Era un niño pequeño… no muy fuerte… nunca creció mucho ni fue desarrollado como otros que tienen mas fortuna física… Por diversas razones tampoco acudió de manera regular a la escuela… se entiende que era pobre, en el siglo XIX, en esa Inglaterra que empezaba a estar muy poblada… en ese Londres que vivía mas de un millón de personas y que amenazaba con tanta escasez de todo para tantos obreros y sus familias… Pero era muy inteligente y despierto y desarrollo muchísimo su imaginación y sus capacidades empaticas y sociales para observar, para comprender, para retratar en su vidas y sufrimientos a tantas personas poco afortunadas en tantas cosas, como él mismo…
En el mismo lugar y con las mismas situaciones, se encontraron personajes como Engels, y decidieron comentar lo que veían y sufrían en escritos que han hecho nuestra Historia (La Situación de la Clase Obrera en Inglaterra 1845) También el amigo y continuador de este, Marx, que dio su versión y posible solución a estos desequilibrios y excesos de poder y recursos con ese celebre Manifiesto que todos conocemos (Manifiesto del Partido Comunista 1848)…
Eran tiempos de la reina Victoria en Inglaterra, de revoluciones en Irlanda por el hambre, de la ampliación del palacio castillo de Buckingham, de las pinturas de Turner…
Ese niño pequeño, que fue siempre “poca cosa”, se llamó Charles Dickens, fue una gran persona y escribió muchos libros en los cuales nos ha contado como fueron aquellos tiempos victorianos y como vivían y sufrían esas gentes… No propuso cambios ni revoluciones, pero sí nos hace pensar, en las malas políticas de ese imperio que dominaba medio mundo y mataba de hambre y miseria a la mayor parte de sus súbditos…
Esa gran pluma nació tal día como hoy, 7 de febrero hace muchos años, en 1812… Ya lo recordábamos en otros post:
UN MES DE ESCRITORES (8 de febrero 2019)
LEER A DICKENS (27 de febrero
2018)
SEGUIMOS FABRICANDO PERILLANES (3 de marzo 2018)
204 Y 188 SEGUIREMOS LEYÉNDOLES… (7 de febrero 2016)
Recordémosles y aprendamos en sus escritos.
Escrito por Javier Morera
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