Yo sé un himno gigante y extraño
Saeta que voladora
Sacudimiento extraño
No digáis que, agotado su tesoro,
Espíritu sin nombre,
Como la brisa que la sangre orea
Del salón en el ángulo oscuro,
Cuando miro el azul horizonte
Besa el aura que gime blandamente
Los invisibles átomos del aire
-Yo soy ardiente, yo soy morena,
Porque son, niña, tus ojos
Tu pupila es azul, y cuando ríes,
Te vi un punto, y, flotando ante mis ojos,
Cendal flotante de leve bruma,
Si al mecer las azules campanillas
Hoy la tierra y los cielos me sonríen
Fatigada del baile,
Cuando sobre el pecho inclinas
Sabe si alguna vez tus labios rojos
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
¿Cómo vive esa rosa que has prendido
Por una mirada, un mundo;
Dos rojas lenguas de fuego
Cuando en la noche te envuelven
Voy contra mi interés al confesarlo;
Despierta, tiemblo al mirarte;
Cuando entre la sombra oscura
Sobre la falda tenía
Asomaba a sus ojos una lágrima
Nuestra pasión fue un trágico sainete
Pasaba arrolladora en su hermosura
Es cuestión de palabras y, no obstante
Cruza callada, y son sus movimientos
¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día
Si de nuestros agravios en un libro
Antes que tú me moriré: escondido
Los suspiros son aire y van al aire.
¿A qué me lo dices? Lo sé: es mudable,
Su mano entre mis manos,
Tú eras el huracán y yo la alta
Cuando me lo contaron sentí el frío
Dejé la luz a un lado, y en el borde
Como en un libro abierto
En la clave del arco mal seguro
Me ha herido recatándose en las sombras
Yo me he asomado a las profundas simas
Como se arranca el hierro de una herida
Alguna vez la encuentro por el mundo,
Lo que el salvaje que con torpe mano
De lo poco de vida que me resta
Olas gigantes que os rompéis bramando
Volverán las oscuras golondrinas
Cuando volvemos las fugaces horas
Entre el discorde estruendo de la orgía
Hoy como ayer, mañana como hoy,
Esta armazón de huesos y pellejo,
¿Quieres que de ese néctar delicioso
Yo sé cuál el objeto
Mi vida es un erial,
Al ver mis horas de fiebre
Primero es un albor trémulo y vago
Como enjambre de abejas irritadas,
Como guarda el avaro su tesoro
Llegó la noche, y no encontré un asilo,
¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
¡Qué hermoso es ver el día
No sé lo que he soñado
Al brillar un relámpago nacemos
¡Cuántas veces, al pie de las musgosas
No dormía, vagaba en ese limbo
Las ondas tienen vaga armonía,
Cerraron sus ojos
Las ropas desceñidas,
¿Será verdad que cuando toca el sueño
En la imponente nave
Dices que tienes corazón, y sólo
Fingiendo realidades
Una mujer me ha envenenado el alma,
Es un sueño la vida,
Podrá nublarse el sol eternamente;
Tu aliento es el aliento de las flores
La gota de rocío que en el cáliz
Lejos y entre los árboles
Para que los leas con tus ojos grises,
¿No has sentido en la noche,
Yo soy el rayo, la dulce brisa,
Si copia tu frente
Apoyando mi frente calurosa
Patriarcas que fuisteis la semilla
El próximo miércoles, 17 de febrero celebraremos los 185 años del nacimiento de Gustavo Adolfo Bécquer. Como todos los años, le recordamos y cómo mejor, que con sus rimas que le han edificado como uno de los más grandes poetas del amor.
Escrito por: Javier Morera
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