domingo, 26 de abril de 2015

CARTA A UN AMIGO DE PUEBLO

Apreciado Manolo:

Tengo muchas ganas de verte y de juntarme con vosotros a echar una de esas partidas de café en que hacemos y hablamos de todo con la alegría que nos dan los carajillos y la confianza del pueblo… pero ya ves que llevo una temporada sin poder acercarme por nuestra tierra y es por razón del trabajo, que como sabes esta muy mal y no te deja un minuto libre… ¡ya vendrán tiempos mejores!

Te cuento algunas cosas que ocurren por la capital y que veo cuando tengo algún rato suelto entre horarios… pues mi jefe, que es muy listo, me manda a paseo para no pagarme cuando se da cuenta de que hay pocos clientes y lo soluciona con un par de “esclavos extranjeros” que no piden descanso ni para dormir…


Mira Manolo, por aquí están celebrando la fiesta de Aragón y con ese motivo hay una exposición de muchos cuadros muy interesantes en un edificio precioso que llaman el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza… no es que allí se estudie nada, pero es como el centro de todo el saber de Aragón… Esa exposición tiene un montón de pinturas y otras cosas que te gustaría… y en ellas se ven imágenes muy simpáticas de nuestros paisanos… como si fueran nuestros abuelos y nuestras casas de pueblo… te mandaría el catalogo, pero con la crisis no te dan ni un papel, y si quieres alguna foto de los cuadros hay que comprarlas… ¡cosas de la crisis esta que ha venido como un enemigo para todos!... Pero si que te voy a meter en este sobre un folleto que parece un librico de grande y de majo, que es de otra exposición sobre los 40 años que pasamos con Franco


si, ya se que eso no te interesa, pero ya veras que majo el folleto, además a esta exposición no irías ni aunque vivieras 20 años en Zaragoza; ¡me la han puesto en un sitio que no conoce nadie! La casa de los morlacos o algo así… yo me encontré con ella cuando acompañaba a una amiga extranjera que me cae muy bien y que esta muy sola por aquí, como yo, ella con mas motivo, ya que es refugiada política de uno de esos países tan bárbaros que se matan los unos a los otros por cualquier cosa… ella me enseñó la exposición que te digo, y ella me comento que a nosotros nos pasó lo mismo que ocurre ahora en su país, pero nosotros con nazis y todo… no sabia yo que habíamos sido tan importantes hace 70 años…


También te llevaría, si vinieras a una exposición que dicen es maravillosa, que fue el rey y todo, que esta en la Aljaferia, o sea en donde vive el Rey de Aragón o lo que sea… pero yo no la he visto, ya que cuesta la entrada 5 euros y eso es mucho incluso para ver los caretos de unos cuantos reyecicos… pero si vienes haremos una excepción y nos metemos… aunque si tardas un poco, cuando se acabe esta moda, podemos ver el palacio cualquier domingo por la mañana gratis como hago yo muchos festivos antes de empezar a servir calamares a esos culturetas que van de democráticos… por lo menos los mas viejos te daban mas propina, ahora sus hijos, ahorran en papel y en propina para los pobres…

Ya te escribiré prontico si no me dejan ir a pasar unos días con vosotros.
Cuidaros mucho y también a los almendros que me dejó mi tío Jacinto, que ya te daré una parte por tus labores.
Un abrazo para todos.

Escrito por: Javier Morera

sábado, 25 de abril de 2015

EL DÍA DE ARAGÓN


Recientemente hemos celebrado el día de la Comunidad Autónoma de Aragón. Nosotros, los románticos, somos amantes de nuestra tierra… nos gusta pensar, decir, creemos… que somos únicos, diferentes, singulares… y por eso las señales de nuestra “patria chica” nos identifican, nos gustan, nos enamoran… nos hacen ser como somos de peculiares y originales… si, ya se que es una ilusión… que los romanos nos hicieron “latinos”… que los franceses a poco nos hacen napoleónicos, que los nazis y los rusos lucharon por “nosotros” en nuestras tierras… pero me sigue gustando ir hasta los Mayos de Riglos y decir… ¡Qué únicos!... y en Loarre me siento feliz…. Y el Ebro es una maravilla, especialmente cuando crece y ¡sin azues!

También me gusta mirar esos bellos “oleos” pintados por aragoneses y sobre Aragón… como el bonito cuadro costumbrista de Juan José Gárate, de 1904, titulado “Copla Alusiva” donde se ve el “martirio” que sufre la pareja por las coplas de sus vecinos… Así es Aragón y allí se demostraba el “baturrismo” que yo, aun conocí…

Al menos lo prefiero a esa “gamberrada” que cada sábado contemplo en las calles de Zaragoza del siglo XXI… cuando una “manada” de vulgares mozos o mozas “celebran” con obscenidades y borracheras sus despedidas de soltero y soltera… ¿Eso es Aragón? O ¿es la globalización del mal gusto y la horterada?... eso si, como fiesta… cara y consumista, como no podría ser menos…



Escrito por: Javier Morera Betes

miércoles, 15 de abril de 2015

Hemingway y el Ebro


5 de noviembre de 1938. El Ebro discurre triste. Las bombas levantan sus aguas intermitentemente y abren fugaces pozos en la corriente. Su cauce peina largas mechas de color púrpura que son la sangre de tantos valientes. Los soldados cruzan de nuevo el río.
Han aguantado bien, “como valientes ¿acaso se podía hacer más? Su misión era cruzar el río, y lo hicieron, ¡vaya si lo hicieron!, y bajo los aviones de esos mal nacidos fascistas de medio mundo, que no tienen suficiente con matar en sus países. Pero ellos cruzaron el río y resistieron en sus posiciones, “resistir es vencer”, como dice el presidente… ¡qué lejana parece ya la victoria!”

Las fuerzas del Ejército Popular de la República cruzan de nuevo el río; esta vez con el enemigo en los talones. La Batalla del Ebro se ha perdido, pero para alguno, aún no ha llegado el momento de retirarse ni se ha librado la última batalla: Hemingway es uno de ellos… “el hombre puede ser destruido, pero no derrotado” (El viejo y el mar).

Decían los versos de una querida canción de los soldados del Ejército Popular que:
aunque me tiren el puente, y también la pasarela,
me verás cruzar el Ebro en un barquito de vela

y aquella mañana del 5 de noviembre del 38, con el puente destruido y la pasarela bombardeada, el que luego escribiera “¿Por quien doblan las campanas?” lo cruzó en una barquita y sin vela. Si, Ernest Hemingway en persona, con su americana, su boina, y su bigote. ¿Que el qué hacía el famoso escritor americano y futuro premio Nóbel en España y entre las bombas? una pregunta interesante… también podríamos cuestionarnos la causa de su aparición en la batalla italiana de Caporetto durante la I Guerra Mundial, en el Desembarco de Normandía de 1944, o en la liberación de París en agosto de ese mismo año. Pero de eso ya hablaremos el jueves; ahora, la cuestión es que Hemingway es reportero de guerra y, lejos de dar media vuelta, va a cruzar el Ebro, pero a la margen derecha, donde está el frente. Su objetivo es ver la línea de fuego y entrevistar al general Lister –ni más ni menos-.

Un ejército entero a punto de pasar al otro lado, y Hemingway lo cruza en sentido contrario. Americano tenía que ser, y de nombre Hemingway, el mismo que, antes de hacerse al bote, al contemplar junto a sus compañeros la imagen de una casa literalmente partida por los bombardeos -en la que se apreciaba una mesa recién dispuesta para el almuerzo en una de las estancias-, había legado otra de sus características frases para la Historia: “Esto demuestra qué hay que hacer cuando hay un bombardeo: quedarse sentados en la mesa del comedor”. Ahí lo tienes, Ernest Hemingway, ¡olé!
Ahora bien, hay que decir que para esta aventura va bien acompañado. Se hallan junto a él en el bote algunos célebres reporteros extranjeros, entre ellos el húngaro Robert Capa y el británico Buckley. Y juntos, comienzan a atravesar el Ebro.
El estruendo de las bombas retumba en el interior de sus pechos, el repiqueteo de las ametralladoras les hiela la sangre, y Rober Capa, en un gesto involuntario, aferra su pequeña Leica contra el pecho –como si, de alguna manera, supiese que antes de que termine el día, va a inmortalizar con ella alguna de sus históricas instantáneas-. Nadie dice nada… la barca avanza lentamente… y entonces comienza a arrastrarlos la corriente y la proa tuerce hacia los hierros retorcidos que, a lo largo de todo el cauce, han dispuesto los fascistas para obstaculizar el avance republicano a través del río. Enseguida, el bote gana velocidad y se lanza directo hacia los espinos. En pocos momentos arañarán la barca e irán todos al agua, quedando expuestos a los alambres y las minas enemigas.
Uno se impacienta y se le desfigura el rostro; otro parece dudar. Se miran entre sí. Hemingway entrevé los puntiagudos pinchos que asoman a la superficie y, súbitamente, apenas por un instante, se ve de nuevo corriendo las calles de Pamplona, y los afilados cuernos de un novillo más próximos cada vez que vuelve el rostro. Su bigote disimula una media sonrisa, y en brillo fugaz atraviesa sus pupilas. No es la primera vez que se enfrenta a esas magníficas armas, y él no es de los que huyen, él prefiere coger al toro por los cuernos. Sus cinco compañeros quedan paralizados; él, lanzándose sobre los remos, los agarra con fuerza y los empuja violentamente con un gruñido hasta sentir la madera del bote contra su espalda. Y otra vez. Y otra más. Y otra. Sus gafas se empañan y el sudor comienza a resbalarle por la frente. Siente como se le humedece la espalda y los latidos de su corazón se sobreponen incluso al bramido de las bombas.

Al principio, su esfuerzo parece vano contra la fuerza de la corriente y el bote se precipita hacia su destino fatal, pero Hemingway, como el viejo pescador de su novela, no se rinde y mantiene el pulso contra la portentosa fuerza del río, que es la lucha contra su cansancio, contra su miedo, contra su voluntad. El río no va a detenerse; sólo de él depende la victoria. Si empuja de nuevo los remos, quizá logre salir de la corriente que los arrastra. “No podía ser el Manzanares, no; tenía que ser el Ebro”. Pero mejor así, es la fuerza del adversario la que dignifica el pulso. “Este río es poderoso, como un semental”


“Vamos Ebro, empuja con fuerza, empuja. Voy a demostrarte que tipo de hombre soy. Qué hermoso eres de pronto, Ebro”. La americana le hace sudar ya por todo el cuerpo, pero no puede detenerse, ni mucho menos soltar los remos. Siente estremecerse por el enorme esfuerzo y siente la boca seca, pero Hemingway resopla y sus recios brazos empujan sin cesar los remos. Le duelen las manos y los bíceps y hasta los riñones, pero sabe que no debe dejar de remar o, de lo contrario, la corriente los hará a todos jirones contra los espinos. “Quizá podamos salvarlos e ir aproximándonos luego a la orilla, quizá los hierros no lleguen a herir el costado de la barca y nos salvemos utilizando los remos como timón. No, piensa en otra cosa, para un hombre el dolor no importa. Hay que luchar contra la corriente, sigue remando, un empujón más, ya lo tienes, así, muy bien, vamos, solo uno más. Podría estar aquí Martha, a mi lado, ojala estuviera aquí. Le gustaría… a mí me gustaría. El riñón comienza a torturarme, va a darme un calambre y soltaré los remos. No, de eso nada, debes resistir, es tu deber, vamos, rema, hazlo por tus compañeros, hazlo por ti. Por Martha. Por la República”.

La barca parece suspendida contra la fuerza de la corriente, los grotescos hierros parecen garras que emerjan de las aguas para engancharlos; los reporteros, sin habla, no salen de su asombro y observan atónitos la admirable actitud de Hemingway, su iniciativa y su tesón, luchando solo contra la fuerza del río. Y poco a poco, se acercan a la orilla y salvan el centro de la corriente, los espinos vuelven a ser oscuras ramas desprovistas de la menor amenaza, y el cauce vuelve a tornarse suave y manso como una caricia líquida. Hemingway suelta los remos y se deja caer sobre las tablas del bote. Sus compañeros le palmean la espalda y le felicitan. Sonríe. Pero no por mucho tiempo, ahora toca caminar hacia donde suenan las bombas y dar con Lister, que, a punto de perder la batalla y ordenar la retirada, no esta, precisamente, de buen humor. Pero eso ya es otra historia… ¡hay tantas!

A Hemingway le fascinaba todo aquello, por que para él la vida era fascinante: una lucha continua. Haría frente a Lister, a las bombas, a un ejército en retirada, y a los fascistas de Franco, Hitler y Mussolini si hacia falta, pero lucharía ¿qué es la vida sino el luchar siempre y contra todo? …Claro, que siempre es más fácil dejarse llevar por la corriente y gritar “gol” cuando el Atlético marque al Madrid, ¿O le marcó el Madrid al Atlético? No lo sé; algunos, ayer, 14 de abril, estábamos luchando contra la comodidad, la resignación y la policía, por la “Tercera”.



Nos vemos mañana

miércoles, 8 de abril de 2015

EL MUNDO DURRELL


Este jueves hablaremos de un libro casi tan curioso como su autor y protagonista… “Mi Familia y Otros Animales” de Gerald Durrell.
Asistimos en esta obra a un claro ejemplo de cómo unas pocas personas, la familia Durrell, no demasiado especiales, se entregan a ser ellos… a vivir y fabricar su propio mundo… No están muy pendientes de modas ni de medios de influencia masiva… viven según sus pequeñas decisiones y sus gustos…

En el caso de nuestro joven Gerald, nos encontramos con un niño que vive ensimismado en la naturaleza que le rodea…enamorado de los animales que comparten su mundo… No le son necesarios ni la T.V. ni los móviles, ni el ordenador… no asiste a estupendas escuelas ni es seguidor de atrayentes ídolos deportivos… observa a los escarabajos, captura escorpiones… nada con delfines… vive… aprende a vivir… piensa y deduce, investiga, experimenta… aprende como es la naturaleza… todo a partir de su gran motivación por “comprender” esa curiosa circunstancia que para otros muchos “muertos de aburrimiento” es lo que ocurre alrededor… LA VIDA.

Veamos, una cita del capitulo “Media Fanega de Sabiduría”… como estudia desde su interés…

“Las matemáticas no eran de nuestras asignaturas más logradas. Mayores progresos hacíamos en geografía, porque George sabía darle a la lección un tinte más zoológico. Dibujábamos mapas gigantescos, veteados de montañas, y después íbamos señalando los diversos puntos de interés, junto con dibujos de la fauna más llamativa que allí se diera. Así, para mí las producciones básicas de Ceilán eran el té y los tapires; de la India los tigres y el arroz; de Australia los canguros y las ovejas, mientras que las azules curvas con que trazábamos las corrientes oceánicas eran portadoras de ballenas, albatros, pingüinos y morsas no menos que de huracanes, vientos alisios, tiempo bueno y malo. Nuestros mapas eran obras de arte. Los principales volcanes escupían tales chispas y llamaradas que se llegaba a temer que prendieran los continentes de papel, las cordilleras de todo el mundo estaban tan azules y blancas de hielo y nieve que sólo de mirarlas le daban a uno escalofríos. Nuestros desiertos marrones y achicharrados se erizaban de pirámides y gibas de camello, y nuestras selvas tropicales eran tan lujuriantes y tupidas que sólo a duras penas podían atravesarlas los encorvados jaguares, las sinuosas serpientes y los hoscos gorilas, mientras en sus linderos nativos demacrados talaban de mala gana los pintados árboles, sin otro motivo aparente que el de escribir sobre ellos «café» o quizá «cereales» con temblorosas mayúsculas. Nuestros ríos eran anchos, y azules como el miosotis, moteados de canoas y cocodrilos. Nuestros océanos nunca estaban vacíos, hirviendo de vida allí donde no espumaban en remolino de furiosas galernas o se alzaban en estremecedora ola gigante presta a desplomarse sobre cualquier isla remota cargada de cocoteros. Ballenas bondadosas permitían que innavegables galeones, armados de un bosque de arpones, las persiguieran sin cuartel; pulpos blandos y de aspecto inocente estrechaban tiernamente entre sus brazos los barquitos; en pos de los juncos chinos, de ictérica tripulación, nadaban bancos de tiburones bien dentados, y esquimales forrados de pieles perseguían a obesos rebaños de morsas por los campos de hielo densamente poblados de osos polares y pingüinos. Eran mapas vivientes, mapas en los que se podía estudiar, embobarse mirándolos y añadir cosas; mapas, en fin, que realmente querían decir algo.”

Durrell, de mayor, llego a ser uno de los naturalistas mas famosos que nos ha dado Europa… todos le hemos visto en fotos, en libros, en revistas…
Y lo que es principal… llego a ser… sabio… Y  FELIZ.



Escrito por: Javier Morera

miércoles, 1 de abril de 2015

¡210 millones de gracias por tus cuentos, Andersen!


Hoy es 2 de abril…
Como todos recordáis, hoy hace 210 años que nació en un lugar de Dinamarca, ese hombre pequeño que escribió los grandes cuentos para los pequeños gigantes, que son los niños…
¡Hans Christian Andersen cumpliría, hoy, 210 años! No podemos dejar de celebrarlo… y recordarle una vez más en este blog y en nuestras tertulias…

Cuentacuentos en B. Javier Tomeo

A lo largo de nuestra pequeña historia hemos hablado múltiples veces de Andersen y de los cuentos… hemos contado cuentos… hemos escrito en este blog, referencias a esas “contadas”…

“El Traje Nuevo del Emperador”

Especialmente queremos manifestar nuestro agradecimiento a este autor y a su interés por ponernos en cuento cosas tan importantes…

“Los Chanclos de la Suerte”

Queremos recordar que también es el día de las Bibliotecas Infantiles… las verdaderas bibliotecas… ya que son los niños los primeros lectores y los que después seguirán siendo lectores…
Queremos que recordéis los cuentos de éste y de otros autores que tanto nos han ayudado a aprender y a relacionarnos con esos adultos o esos libros que nos unen al mundo de la realidad mediante el puente grato y fácil del cuento…

cuentacuentos en CDAMA

Os ponemos alguna foto y algún título…
Os pedimos que leáis algún cuento…
Os proponemos que brindéis y celebréis los cuentos y su magia…

¡210 millones de gracias por tus cuentos, Andersen!



Escrito por: Eva y Javier Morera