Hace casi doscientos años, el
romántico Alejandro Pushkin, escribe
la novela “La Hija del Capitán”.
Así como la lees, te introduces
en ese mundo romántico del poeta ruso… Comienza con un joven que cuenta su
historia… que luego resulta una crónica de tiempos pasados… continua con un “viaje
de iniciación a la vida” de ese joven… acompañado por el sirviente
bueno y valioso que es la conciencia de un “padre o abuelo”… y
se suceden las aventuras… de la naturaleza, de la soledad, de los camaradas y
peligrosos amigos… de la altanería y autosuficiencia del adolescente que se
cree mayor…. Los trucos de la vida, las trampas de los humanos… el valor
como único agarre para crecer, el esfuerzo, el miedo, el orgullo, el
amor… la guerra, la revolución, las órdenes y el deber…. Las decisiones
de nuestro presente que nos llevaran al futuro…. Escenas de nuestra vida si
somos románticos… o escenas infantiles si somos escépticos y pragmáticos….
Héroes, traidores, fidelidad y
amor sin intereses… todo y nada…. Todo del romanticismo y nada de las obras
“socarronas y soeces” que ahora tanto gustan y luego se comentan en “terrazas”
entre humo y risotadas…
Al final, una bonita
historia… que pasa a ser una crónica…. De las que muchos gustosamente
viviríamos o al menos escribiríamos…. Si no fuéramos tan cobardes, tan
instalados, tan asegurados en el sofá… tan vulgares, tan mediocres, tan soeces…
¡Tanto miedo a perder todo… que es nada!...
Escrito por: Javier Morera
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