“Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo que he visto sino
de cómo lo he visto.”
Este jueves hablaremos de Chejov, de su viaje por la vida, por su
estepa…
Escribió este relato en 1888, cuando después de un largo viaje al sur
del país, a los lugares de su niñez, vio que sus recuerdos, sus paisajes,
habían sido devorados por la industrialización…
Yegorushka, nuestro protagonista de nueve años, al igual que Daniel el
Mochuelo, personaje de Delibes en su obra El camino, tienen que despedirse de
su casa, de su pueblo, de su infancia, para ir a la ciudad a estudiar… tienen
que dejarlo todo por el progreso…y esa despedida les duele…
Deciden por ellos…y en su interior, se rebelan…
¿Por qué el mundo se organizaba tan rematadamente mal? Se preguntaba
Delibes.
¡Qué bello es este mundo! Sólo hay una cosa en él que no funciona: el
ser humano, decía Chejov.
Chejov, en su viaje, nos lleva por unos paisajes que hablan, que sienten…
impregnados de nostalgia, melancolía, tristeza y cierta desesperanza.
“En cuanto se pone el sol y la tierra se cubre de tinieblas, la melancolía
del día se olvida, todo se perdona y la estepa respira aliviada a pleno pulmón.
La hierba, como si en la oscuridad no viera su vejez, levanta una joven y
alegre crepitación, inédita durante el día; los crujidos, los silbidos, los
roces, los cantos de los bajos, los tenores y los sopranos de la estepa, todo
se mezcla en un estruendo monótono, incesante, que incita a las evocaciones y a
la melancolía…Si se mira el cielo verde pálido, sembrado de estrellas,
completamente limpio de nubes y de manchas, se comprende por qué el aire tibio
está inmóvil, por qué la naturaleza está en guardia y teme moverse: siente
temor y pena de perder un solo momento de vida. Solo en el mar y en la estepa,
en una noche con luna, es posible apreciar la inabarcable profundidad y la
inmensidad del cielo. Es terrible, sublime, afectuoso, tiene un aire lánguido y
seductor, pero su ternura da vértigo.”
“Por alguna razón, cuando se contempla el profundo cielo durante largo
rato, sin apartar de él los ojos, los pensamientos y el alma se funden en un
sentimiento de soledad. Empieza uno a sentirse irremediablemente solo, y todo
lo que hasta entonces había considerado próximo y querido se vuelve
infinitamente lejano y pierde su valor. Las estrellas, que brillan en el
firmamento desde hace miles de años, el mismo cielo incomprensible y la
penumbra, indiferentes a la breve vida del hombre, oprimen el alma con su
silencio cuando uno se queda frente a ellos y trata de comprender su sentido;
pensamos entonces en la soledad que nos espera en la tumba y la esencia de la
vida se nos antoja desesperada y terrible…”
Nos muestra también a través de sus personajes diferentes prototipos de
la Rusia de la época.
Escritor y médico, luchó contra la ignorancia, el tedio, el despotismo,
amante de la independencia y la libertad, fue un hombre no involucrado en la
política del momento, pero noble y generoso con los menos pudientes… financió
de su bolsillo escuelas para campesinos y bibliotecas, legó parte de sus bienes
para la alfabetización de los niños y como médico ayudó en hambrunas y
epidemias…
Simple y complejo… supo poner de relieve los aspectos más tristes y
ocultos de la naturaleza humana, pero como él mismo dijo… amó la vida.
Escrito por Rosa Andrés
2 de febrero de 2017
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