Esta semana hemos estado en La
Alhambra… hemos viajado con Washington Irving, un romántico de finales del
siglo XVIII que se enamoró de estos bellos rincones españoles.
“Como soy en cierto modo una especie de vagabundo por dondequiera
que voy, propenso a detenerme en los lugares más agradables, decidí quedarme
aquí, distraído siempre, fascinado diría, en este viejo palacio encantado.”
Irving fue el primer escritor
norteamericano en lograr el reconocimiento como tal…embajador y amante de
nuestra tierra, del pasado, de las leyendas y de ese mundo fantástico que
encierra mil y una fantasías en su imaginación.
Le conquistó Granada y él difundió
al mundo su interés por España y sus tradiciones, fue el precursor indiscutible
del acercamiento americano a nuestra vieja civilización…
Otros lo habían hecho antes… el
escritor francés Chateaubriand con El último abencerraje, Víctor Hugo con sus
Orientales, Gautier… todos atraídos por ese afán orientalista que les
proporcionaba estas ciudades españolas, pero ninguno como Irving con sus
Cuentos de La Alhambra supo traspasar las fronteras con los encantos de la
maravillosa Granada y su Alhambra.
El pueblo español, según
Irving, tiene una tendencia oriental hacia los cuentos. Esta tendencia se
desarrolla favorecida por la escasa instrucción, la incomunicación y la falta
de lecturas y espectáculos. Muchas de sus leyendas son transmitidas por “los
hijos de la Alhambra”, como él los llama, pobres huéspedes de salones suntuosos
que no contentos con lo que ven y poseen todos los días, amontonan los tesoros
de su imaginación.
“He observado que
las historias de tesoros escondidos por los moros, tan populares en España, son
cosa muy corriente entre las personas humildes. La Naturaleza, bondadosa,
consuela con las sombras de la fantasía la carencia de realidades.”
Ávido lector, crítico y mordaz
en sus artículos, con sentido del humor, solitario, soñador y gran viajero… Irving
nos muestra con sus leyendas los mundos de Boabdil, los tesoros escondidos, los
mágicos encantamientos, el amor…el viaje…
Una de sus leyendas que nos
ocupa estos días es “La leyenda del príncipe Ahmed o El peregrino del amor”… que
al igual que el príncipe Segismundo en La
vida es sueño de nuestro Calderón de la Barca, es encerrado por su padre en
una torre ante los augurios de los horóscopos. Es la peregrinación de un joven
en busca del amor, atravesando lugares desconocidos, superando dificultades…escapando
a los designios del destino y de los hombres.
Educación, destino, magia, coincidencias,
tormento, felicidad… ¿qué es el amor?
Para
el sabio que lo educa…“El amor es una ciencia
peligrosa. Causa de todos los males que afligen a la pobre Humanidad, el origen
de los odios y amarguras entre hermanos y amigos; el que engendra los crímenes,
las traiciones, las crueles guerras, su séquito se compone de pesares e
inquietudes, de días de congoja y noches de insomnio; él marchita la belleza,
oscurece la alegría de la juventud y trae consigo los achaques y aflicciones de
una prematura vejez.”
Para
el palomo que ama…“El amor es el tormento de
uno, la felicidad de dos y la discordia y enemistad de tres. Es un encanto que
atrae mutuamente a dos seres y los une por deliciosas simpatías, haciéndoles
felices cuando están juntos y desgraciados cuando se separan... El amor es el
gran misterio y principio de la vida, el sueño embriagador de la juventud y
sereno deleite de la edad madura”.
Y seguimos deleitándonos con múltiples
historias… La leyenda de Las tres Infantas o la del astrólogo árabe o la de La
Rosa de la Alhambra, que según dicen es la más completa de las que ha escrito… y
muchas más… gracias a Washington Irving...
Escrito por: Rosa Andrés
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