Esta semana, de la pluma de
Nikolái Gógol, nos aventuramos por las
estepas de Ucrania, Rusia, Polonia… Corremos con sus caballos y bebemos sus
aguardientes… hasta casi pasamos algo de miedo en sus feroces batallas… pero
especialmente nos deleitamos con esa exaltación de la libertad y la belleza de
los pueblos primitivos y las tierras vírgenes… Vemos la estepa y oímos los
gritos de las pasiones… nos enamoramos de sus ideales y sufrimos sus muchas
penalidades… todo desde ese ideal romántico que nos describe Gógol… Os cito un
fragmento del capitulo dos, cuando “Tarás Bulba” corre con sus hijos por
las estepas rusas…
“La
estepa, cuanto más se alejaban, más hermosa se hacía. Entonces todo el sur,
todo ese espacio que en la actualidad conforma la Nueva Rusia, hasta el mismo
Mar Negro, era un verde desierto virgen. Nunca el arado había surcado las
incontables olas de plantas silvestres. Solo los caballos que se ocultaban en
ellas como en un bosque las hollaban. En la naturaleza no podía haber nada
mejor. Toda la superficie de la tierra aparecía como un océano verde y dorado
por el que emergían millones de flores diferentes. A través de los altos y
finos tallos de la hierba se adivinaban acianos de color azul claro, añil y
lila, la genista amarilla sobresalía con sus corolas piramidales, los tréboles
blancos con sus flores en forma de sombrilla coloreaban la superficie, y unas
espigas de trigo traídas sabe Dios de dónde maduraban entre la espesura. Bajo
sus finas raíces correteaban las perdices extendiendo el cuello. Los trinos de
miles de diferentes aves llenaban el aire. En el cielo flotaban inmóviles los
azores, extendiendo sus alas y dirigiendo sus miradas hacia la hierba. El
graznido de unos gansos salvajes que se volaban en dirección a una nube resonó
en algún lago lejano. De la hierba se alzo en acompasado aleteo una gaviota
para bañarse en las azules ondas del aire, desapareciendo en las alturas hasta
convertirse en un brillante punto negro. Después dio la vuelta y apareció
brillante frente al sol. ¡Dios mío, estepas, qué hermosas sois!”
A lo largo de doce capítulos
trepida la historia de una saga cosaca. Muchas cosas ocurren y muchas emociones
nos despiertan… Desde esos bellos paisajes en los que los dejamos hasta otra
lectura… con su final tan inacabado como romántico…
“El
Dniéster es un río ancho y caudaloso con muchos remansos, espesos juncales,
bancos de arena y cauces profundos; reluce como un brillante espejo fluvial en
el que resuenan los sonoros cantos de los cisnes; los orgullosos somorgujos se
deslizan raudos sobre él, y multitud de becadas, chorlitos y toda clase de aves
engalana sus riberas y sus cañaverales. Los cosacos, gobernando con destreza
sus estrechas embarcaciones de doble timón, remaban acompasados esquivando los
bancos de arena y ahuyentando a las aves que alzaban el vuelo a su paso. Y
mientras tanto hablaban de su atamán.”
El jueves tenemos una cita con
el espíritu de un ruso inmortal, Gógol y sus cosacos. No te lo pierdas y ¡lee
que esta en todas las bibliotecas!
¿O prefieres que te diga…
¡LELO!
Escrito
por: Javier Morera
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