domingo, 19 de julio de 2015

DESCUBRIR LOS PROPIOS SENTIMIENTOS


Y ya se acerca la cita de ese libro de Jane Austen que se titula Emma… desde hace un mes estamos poniendo algún articulo, los fines de semana, que nos anima a leer y reflexionar sobre este libro… creemos que es una buena novela fiel representante de esa literatura del romanticismo… donde se pueden ir descubriendo muchas cosas… de poca importancia… pero de gran significado para las personas sensibles que creemos que una mirada, un gesto… una palabra, una pregunta… pueden ir fraguando e indicando las grandes corrientes y mareas de las emociones de las personas…

En este cuarto y ultimo articulo, a finales de julio, suponemos que ya estarás terminando de releer el texto… ya sabes hasta los desenlaces tan curiosos que se desatan en los últimos capítulos… por ello te ponemos para analizar unos fragmentos del capitulo XLVII… donde se descubren varias direcciones y existencias de sentimientos… especialmente cuando Emma asiste como espectadora y oyente a la confesión de otra persona sobre sus intereses galantes… Parece como si al observar que otra persona bebe con sed y disfruta… nos entrara la sed… la necesidad de beber… y además lo mismo… ese manjar en el que hasta ahora no habíamos pensado…

Fenómenos tan humanos y tan frecuentes que ahora los tenemos sometidos a leyes y normas… por eso lo utiliza la publicidad, los medios de comunicación… la política… la educación…

Bueno, ya hablaremos de todo eso y mas este jueves… de momento unas citas… y a terminar el libro…

“-HARRIET, pobre Harriet!
Éstas eran las palabras que compendiaban las tristes ideas de las que Emma no podía librarse, y que para ella constituían el peor de los males de aquel caso. Frank Churchill se había portado muy mal con ella... muy mal en muchos aspectos... pero lo que le hacía estar más encolerizada con él no era sólo su proceder para con ella. Lo que más le dolía era la confusión a que la había inducido respecto a Harriet... ¡Pobre Harriet! Por segunda vez iba a ser víctima de los errores y del afán de casamentera de su amiga. Las palabras del señor Knightley habían sido proféticas cuando le había dicho en cierta ocasión: «Emma, usted no es una buena amiga para Harriet Smith...» Ahora temía que sólo le hubiera causado males... Claro que esta vez no podía acusarse, como la anterior, de haber sido la única y exclusiva responsable de la desgracia; entonces había insinuado la posibilidad de unos sentimientos que, de otro modo, Harriet nunca se hubiera atrevido a concebir; mientras que ahora Harriet había reconocido su admiración y su predilección por Frank Churchill antes de que ella hubiese insinuado nada acerca de la cuestión; pero se sentía totalmente culpable de haber alentado unos sentimientos que hubiese debido contribuir a disipar; hubiese podido evitar que Harriet se complaciera en esta idea y alimentara esperanzas. Su influencia hubiera bastado para ello. Y ahora se daba perfecta cuenta de que hubiese debido evitar aquella situación... Comprendía que había estado exponiendo la felicidad de su amiga sin tener motivos lo suficientemente sólidos. De haberse guiado por el sentido común, hubiese dicho a Harriet que no debía permitirse pensar en él, que había una sola posibilidad entre quinientas de que Frank llegase alguna vez a interesarse por ella. «Pero me temo -añadía para sí- que sentido común no he tenido mucho.»
Estaba muy enojada consigo misma….”


Y después de ver, una vez mas a Emma haciendo de las suyas… os dejo con esa cita donde la protagonista… se da cuenta de un sentimiento que nunca había querido reconocer… ¡cuidado, no te des cuenta demasiado tarde de lo que no sabias de ti mismo!...

“-Nunca me hubiese parecido posible -empezó diciendo- que me entendieras tan mal... Ya sé que acordamos que nunca le nombraríamos... pero teniendo en cuenta lo infinitamente superior que es a todos los demás, nunca hubiese creído posible que creyeras que me refería a otra persona. ¡El señor Frank Churchill! Nadie puede fijarse en él estando presente el otro. Creo que no tengo tan mal gusto como para pensar en el señor Frank Churchill, que no es nadie al lado de él. ¡Y que tú hayas tenido esta confusión...!¡No lo entiendo! Estoy segura de que si no hubiera creído que tú aprobabas mis sentimientos y que los alentabas, al principio hubiese considerado casi como una presunción excesiva por mi parte el atreverme a pensar en él; al principio, si no me hubieras dicho que cosas más difíciles habían ocurrido; que se habían celebrado matrimonios más desiguales (éstas fueron las palabras que empleaste)...; de haberme dicho todo esto, yo no me hubiera atrevido a tener esperanzas... No lo hubiese considerado posible... Pero si tú, que tienes tanta amistad con él...

-Harriet... -exclamó Emma, dominándose resueltamente-. Es mejor que ahora nos entendamos las dos, sin que haya posibilidad de que volvamos a equivocarnos otra vez...
Estás hablando de... del señor Knightley, ¿no?

-Desde luego. No podía haber pensado en nadie más... y creía que tú debías de saberlo”.

¡Un buen libro!... bueno tu, supongo que lo tienes todo tan claro que estas cosas te parecen de adolescentes… lo importante es la lista de los delanteros del equipo que defenderá el país en una liga mundial… y en calzones… a patadazas… ¡eso si que es emocionante!


Escrito por: Javier Morera

No hay comentarios: