“Las suaves lluvias de abril han penetrado hasta lo más profundo
de la sequía de marzo y empapado todos los vasos con la humedad suficiente para
engendrar la flor; el delicado aliento de Céfiro ha avivado en los bosques y
campos los tiernos retoños y el joven sol ha recorrido la mitad de su camino en
el signo de Aries; las avecillas, que duermen toda la noche con los ojos
abiertos, han comenzado a trinar, pues la Naturaleza les despierta los
instintos. En esta época la gente siente el ansia de peregrinar, y los piadosos
viajeros desean visitar tierras y distantes santuarios en países extranjeros;
especialmente desde los lugares más recónditos de los condados ingleses llegan
a Canterbury para visitar al bienaventurado y santo mártir que les ayudó cuando
estaban enfermos.
Un día, por aquellas fechas del año, a la posada de «El Tabardo»,
de Southwark, en donde me alojaba dispuesto a emprender mi devota peregrinación
a Canterbury, llegó al anochecer un grupo de veintinueve personas”…
Estas son las primeras líneas
del texto histórico y famoso de “Los Cuentos de Canterbury”, de Geoffrey
Chaucer, escritos a finales del siglo XIV en esa Inglaterra que ya se preparaba para salir de la larga
Edad Media…
Seguro que ya conoces esos
cuentos… como otros de esas modas, famosos en Italia, Francia, España… no es
superfluo releerlos y recordarlos de vez en cuando para darse conciencia de lo
poco que hemos cambiado… o de lo mucho que se sabe hace siglos y la poca
aplicación practica que de todo ello aprovechamos…
Esta semana hablamos de una
película que tiene relación con uno de estos cuentos… “El Cuento del Caballero”
y le voy a extraer una cita de cada una de sus cuatro partes…
“Uno tiene riquezas, que pueden causar su muerte o pérdida de la
salud; otro es liberado de la cárcel, sólo para perecer bajo el cuchillo de sus
criados al llegar a casa. Infinitas calamidades provienen de esta forma de
proceder: no sabemos qué es lo que pedimos en oración a los dioses aquí abajo.
Nos comportamos como un hombre borracho como una cuba: sabe perfectamente que
tiene un hogar al que dirigirse, pero desconoce dónde se halla. Y el hombre
bebido camina por senda resbaladiza. Así es como nosotros andamos por el mundo,
en busca desesperada de la felicidad, pero, generalmente, donde no se
encuentra”.
Y ahora de la segunda parte…
….”¡Tú, imbécil!, métete esto en la cabeza: el amor no tiene
barreras, y seguiré amándola a pesar de lo que hagas. Pero como tú eres un
caballero honrado, dispuesto a mantener en el campo de batalla tu pretensión
por ella, te doy mi palabra de honor de que mañana compareceré aquí, sin que lo
sepa nadie, vestido de caballero y trayendo conmigo las armas y corazas
necesarias para ti, de modo que puedes elegir las que te parezcan mejor y dejes
las peores para mí. Esta noche te traeré comida y bebida suficientes, así como
mantas para que puedas dormir. Y mañana, si ganas tu dama y me matas en este
seto, entonces, por lo que a mí concierne, será tuya.
Palamón replicó:
-De acuerdo.
Y, después de haberse dado mutuamente palabra, se separaron
hasta el día siguiente.
¡Inexorable Cupido, cuyo imperio no admite rival! Dice bien el
proverbio: «Ni el amor ni el poder toleran amistad»”,
La tercera…
…. “Realmente hubo muchos que pensaron que jamás por tierra o
por mar tan pocos habrían constituido un grupo tan impresionante de esplendor
caballeresco, pues todo hombre que sentía afición a la caballería y estaba
ansioso de labrarse un nombre había rogado que se le permitiera tomar parte en
la competición. Los elegidos tuvieron suerte: si un torneo así tuviera que
celebrarse mañana en Inglaterra o en cualquier otra parte, podéis imaginaros
que todo caballero y enamorado, capaz de ello, estaría allí para entablar
batalla por una dama. Os puedo asegurar que sería un espectáculo digno de
contemplarse”.
Y la cuarta y última… el final…
“Entonces, el Consejo reunido y los barones establecieron entre
ellos la denominada unión o matrimonio. De este modo Palamón convirtió a Emilia
en su esposa entre músicas y alegría. Que Dios, que ha creado el ancho mundo,
les envíe su amor; se lo ganó merecidamente. Ya todo iba bien para Palamón:
vivía con riquezas, salud y felicidad. Emilia le amó con tal ternura y él la
sirvió con tal devoción, que nunca hubo una palabra de celos o de contrariedad
entre ellos.”
En la cinta de la que tratamos,
hay cambios, adaptaciones y muchas variaciones… pero los grandes problemas como
la búsqueda de la felicidad y la competición… siguen siendo lo mismo…
Escrito por: Javier Morera
No hay comentarios:
Publicar un comentario