martes, 15 de marzo de 2016

LOS IDUS DE MARZO


“El mal que hacen los hombres aún perdura tras ellos al morir; mas con frecuencia, el bien queda sepulto con sus huesos”. 

Con estas palabras inicia Marco Antonio su discurso ante la plebe de Roma -en la célebre obra de Shakespeare-, tras el cruel asesinato de Julio César. Aquel magnicidio y aquella arenga tuvieron lugar tal día como hoy, en la celebración de los Idus de marzo del año 44 a. C. Y ambas fueron el esbozo de un mundo nuevo. Si quitamos la primera, o modificamos la segunda, nada sería igual hoy, 2060 años después.

Muchos son ahora los que afirman que vivimos en un momento de cambio. También el siglo I a. C. fue uno de esos momentos cruciales en las que la Historia se acelera y las estructuras de todo un sistema tiemblan, se alteran y mutan para devenir en algo nuevo. Así como en el siglo III se inauguró lo que sería el feudalismo, y en el siglo XV lo que entendemos por capitalismo; en el siglo I a. C. se pusieron las bases del Imperio romano, el sólido asiento de un mundo cuyo legado aún abriga el nuestro. Porque sin el asesinato de de César, no habría un Augusto, y sin Augusto, no habría habido Imperio… Sin Imperio, ¿qué sentido tiene Europa?

Aquellos a quienes tocó vivir en los tiempos de César, fueron conscientes de la trascendencia de aquellos años ya olvidados para nosotros… fueron conscientes de la progresiva erosión del régimen republicano y del creciente recurso al “hombre providencial” que salvara la Res publica; fueron conscientes de que personajes como Vercingétorix y lo que representaban no tenía ya cabida en un mundo cada vez más grande, más homogéneo y más institucionalizado. Fueron conscientes de que la República moría con César. Y mataron a César. No obstante, y pese a aquel gesto desesperado, a la muerte de César le siguió la muerte de la República. Es difícil marchar contra el viento de los tiempos, y aquel siglo I era tiempo de cambio. Todo lo que significaba la República estaba agotado, y murió con César.

Del discurso que pronunció Marco Antonio delante del cadáver del “gran hombre” nació el mito que legitimaría un nuevo mundo: el Imperio. Para que llegase ese imperio, tendría que caer también Marco Antonio, pero eso es ya otra historia, el prólogo de un tiempo nuevo.


Quizá sería un ejercicio de reflexión el que, en estos tiempos de cambio, Europa conmemorase el 15 de marzo con la representación, en nuestros teatros, de esa magnífica obra de Shakespeare, “Julio César”. Quizá asimilar sus lecciones propiciaba la anagnóresis de una sociedad cada vez más alejada de los valores democráticos y más próxima a los valores del Imperio. No lo olvidemos: somos los herederos directos de ese mundo romano que edificó Augusto sobre la muerte de César -no es casual que siga presente su figura con tanta estatua colosal-… Pero en fin, como dice Marco Antonio, “¡Oh juicio, te marchaste con las bestias, y los hombres perdieron la razón!”.



Eloy Morera Gracia

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