Este jueves pasado, primero de
marzo, nos dedicamos, como estaba previsto, al Príncipe. Una obra corta y
sencilla de ese intelectual astuto y simpático, florentino y renacentista, que
fue Niccoló
Machiavelli…
Poco a poco, a través de
nuestros calendarios de lecturas y sesiones de tertulia repasamos esos grandes
hitos de la literatura, de la filosofía, de la Historia y de la sociedad que
nos han dejado su obra, su ejemplo, su consigna o su grito…
El Príncipe es una de esas obras “banderas” que como tantas
veces se comentan, se citan, se estudian en resúmenes y apuntes para “aprobar”…
pues todos lo conocen… todos hablan de él… todos dicen que alguien es
“maquiavélico”… pero que nadie ha leído, menos estudiado y buscado sus relaciones
y sus aplicaciones…
Unos pocos si lo estudian y nos
lo “ajustan” al mundo del capitalismo, del manejo de los ciudadanos por los
estados… de la publicidad, de la gestión de empresas y personas… unos pocos siguen
a los consejos de Maquiavelo y nos engañan, nos explotan, se ríen de nosotros,
nos conducen y nos “ordeñan” con ventas o impuestos…
Nosotros, humildes lectores sin
cargo ni oficio en los eslabones de poder de esta jerarquizada sociedad, el
jueves pasado, desnudamos un poco a Niccoló… y lo vinculamos con otras obras ya
desmenuzadas en nuestras citas… como Utopía de Tomas Moro, El Arte de la Guerra
de Sun Tzu, El Elogio de la Locura de Erasmo de Rótterdam, Durero, Servet,
Baltasar Gracian, Platón… simples conjeturas y fruslerías de aficionados a la lectura…
de cosas sencillas que todos conocéis… nunca llegaremos a esos niveles que
ahora están tan de moda y solo pueden ejercer
los mas entendidos y “representantes” de nuestras altas
intelectualidades… como “El Arte de la Cocina” o “La ciencia-técnica del Gol”…
ahora que ya nos estamos recuperando de esa conmoción que arrasó el país con
algunas presentadoras de los programas “de las uvas” de la Nochevieja última…
por sus transparencias…
No me extraña que este país,
esta cultura europea, no pueda atender a los desastres que están ocurriendo en
personas, culturas, pueblos y la Tierra…
¡Hay tanto a lo que atender!
Como para perder el tiempo en
esa “chiquillada” que es El Príncipe…
Escrito por: Javier Morera.
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