sábado, 12 de septiembre de 2020

RECORDAR PARA APRENDER


El 14 de septiembre de 1920, en un lugar de Uruguay, nació un escritor que hoy queremos recordar… Mario Benedetti

El lunes próximo se cumplen 100 redondos años de su nacimiento… y es bueno recordar y celebrar que nació y que se dedicó mucho a escribir y dejarnos en sus obras un talante y unas enseñanzas que además eran lindas y correctas.

Desde finales del siglo XX han sido conocidas, populares y muy entrañables sus citas, sus relatos cortos, sus pensamientos… Muchos se han impreso y enmarcado en tarjetas, frentes y corazones… Benedetti se citaba en la Universidad y en los teatros, en las cartas de enamorados y en las celebraciones… en libros y en nuestras consejas y reflexiones… Siempre que tratas un problema humano te salta a tu conciencia un bonito y apropiado mensaje de este genio de los aforismos y de las relaciones humanas…

Sin ser filosofo, es reflexivo y constructor de pensamiento… sin ser político, maneja las dinámicas sociales… sin ser juez ni clérigo, perdona y entiende los errores, las caricias, los deseos y las pasiones…

Hay que recordar a este maestro y que mejor que citar casi en su centenario una obra corta y concreta donde con maestría nos dice que hay que aprender, hay que recordar, hay que guardar la información del error cometido precisamente para no volver a reproducirlo…

Os invito a releer esa pieza que se titula: Miss Amnesia… de la cual os pongo una cita… Para aprender con esta lección tan “típica” como caemos fácilmente en el olvido, para evitar la ansiedad de la culpa… y con ese Mecanismo de Defensa del Yo, superar la crisis y volver a caer en nuestros mismos defectos una y otra vez…

Así nos ocurre con los trabajos, con las deudas, con los negocios, con los juegos, con los propósitos, con los vicios… y muy especialmente con los “amores” o sus sucedáneos que nos conquistan cada viernes para darnos dolor de cabeza cada lunes…

La muchacha abrió los ojos y se sintió apabullada por su propio desconcierto. No recordaba nada. Ni su nombre, ni su edad, ni sus señas. Vio que su falda era marrón y que la blusa era crema. No tenía cartera. Su reloj pulsera marcaba las cuatro y cuarto. Sintió que su lengua estaba pastosa y que las sienes le palpitaban. Miró sus manos y vio que las uñas tenían un esmalte transparente. Estaba sentada en el banco de una plaza con árboles, una plaza que en el centro tenía una fuente vieja, con angelitos, y algo así como tres platos paralelos. Le pareció horrible. Desde su banco veía comercios…

Te recordamos Benedetti…

 


Escrito por: Javier Morera

No hay comentarios: