lunes, 31 de diciembre de 2018

SUERTE, LIBERTAD, EMOCIÓN


En ocasiones parece que el universo nos sonríe… le llamamos suerte… nos sentimos elegidos, afortunados, mirados por los seres superiores que nuestras creencias o mitologías culturales nos han interiorizado hasta el tuétano de nuestra personalidad mas fantasiosa que científica…
Tal vez la suerte solo sea la percepción engañosa de que nos acoge, por casualidad, una baja probabilidad de oportunidades… o solo la forma equivocada de entender esa posibilidad en su ocurrencia, en su frecuencia, en sus correlaciones con nuestras habilidades o acciones…
Los momentos de fin de año, de cambios de ciclos, de alteraciones de estado, de viajes… son propensos a “pensar” e invocar en exceso este fenómeno de la suerte

Si te dedicas a estudiar y pensar en conocimientos que llamamos de filosofía, uno de los primeros temas, tal vez el mas importante, uno de los problemas para los grandes pensadores es el complejo y profundo concepto de Libertad… la libertad del individuo, la libertad del ser humano, la libertad en las sociedades… el gran asunto de educar en libertad y de educar para la libertad

¿Es libre cada uno de nosotros?, ¿somos libres frente a nuestra sociedad?... ¿amamos la libertad por encima de todo?... ¿Qué precio tiene la libertad?... ¿la libertad comprada es libertad?... ¿somos libres de elegir trabajo?... ¿somos libres frente al Estado?...


Cuando en 1995, hace mas de veinte años, aparecieron los primeros estudios publicados y divulgados de Daniel Goleman sobre el curioso constructo cognitivo de “Inteligencia Emocional”, muchos que lo veníamos “intuyendo” y defendiendo respiramos mas fuerte y pudimos citar con “rigor” datos y principios para una teoría de que no solo la lógica formal, ni la rebuscada psicología dinámica freudiana, explicaban y causaban la conducta compleja de nuestro devenir diario y constante…

Empezamos a poder decir que no todo es razonamiento… que no todo es Ello y Mecanismos de Defensa del Yo o sublimaciones para no enfadar al Super-yo… empezamos a decir… y dijimos muchas cosas… algunas se han oído tanto que aburren… pero seguimos igual…

Noche vieja… hay que comerse doce uvas… al son de unas campanas… hay que lucir vestimentas rojas aunque la presentadora de turno de la TV no lleve ni un escueto bikini… hay que mandar miles de mensajes que antes fueron postales de Belenes… hay que cantar… y empezar el cambio de año con “tragos de cava y turrón”… ¿tradición?… ¿superstición?…

Te preguntaras, al leer esto, que tiene de relación, la suerte, la libertad y las emociones… no importa, cierra tu mente y pon la TV… ya no hay solución…


Escrito por: Javier Morera

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