jueves, 4 de octubre de 2018

¡SI TODOS FUERAMOS TAN LISTOS COMO HOLMES!



Siguen pasando los días y los libros… y otros que nos esperan en los próximos meses del calendario de este año…

Uno de los títulos que ya se nos acercan y que nos disuelve de otras lecturas mas densas, es el relato de Sir Arthur Conan Doyle  “LA AVENTURA DE LA CAJA DE CARTÓN” que viene compilada en ese libro que llamamos “SU ULTIMO SALUDO EN EL ESCENARIO” dedicado a las curiosas historias cuyo protagonista es el celebre investigador Holmes y su inseparable Watson…

Al comienzo de esta curiosa aventura que nos relata el maduro Doyle, aparecen unos comentarios para demostrar las magnificas cualidades de inteligencia predictiva o casi adivinatoria que posee el detective… y verdaderamente, aunque nos lo quiere relacionar y reducir a capacidades de lectura de gestos y sus habilidades deductivas, nos sorprende y nos deja muy impresionados… ¡Si hay alguien que puede hacer esto, manejará sus grupos e interlocutores con tal maestría que todo le resultará fácil, posible e incluso aburrido…

Lo cierto es que cuando hablamos de niños o de personas más simples, nos resulta más posible “casi leer sus pensamientos”…

Os pongo unos fragmentos para incitaros a leer todo ese relato… y muchas otras cosas… para que aprendamos a enfrentarnos a esas personalidades que nos “manejan y leen” con tanta facilidad… y así nos venden tantas cosas que no necesitamos…

¡Si fuéramos tan listos como Holmes…!
¡O si todos fueran tan simples como Watson…!

“Era un día de calor abrasador del mes de agosto. Baker Street parecía un horno, y la luz del sol reverberaba en las paredes de ladrillo de la casa de la acera de enfrente, lastimando la vista. Se hacia difícil creer que aquellos fuesen los mismos muros que se alzaban tan sombríos por entre las nieblas del invierno. Teníamos las cortinillas medio echadas, y Holmes estaba hecho un ovillo encima del sofá, leyendo y releyendo una carta que le había llegado por el correo de la mañana….
…/…
Viendo que Holmes estaba demasiado abstraído para conversar, yo había tirado a un lado el aburrido periódico y, hundiéndome en mi sillón, me sumí en profundas meditaciones. La voz de mi compañero interrumpió de pronto mis pensamientos, diciéndome:
-Tiene usted razón, Watson. Parece, en efecto, una manera absurda de arreglar una disputa.
-¡Absurda por demás! –exclame, y de pronto, cayendo en la cuenta de que Holmes se había hecho eco de lo mas intimo de mis pensamientos, me erguí en mi asiento y me le quede mirando atónito.
-¿Qué quiere decir esto, Holmes? –exclamé-. Esto sobrepasa a todo cuanto pude imaginarme.

Holmes se rió cordialmente al observar mi perplejidad, y dijo:
-Recuerde usted que hace algún tiempo, al leerle yo aquel pasaje de uno de los bocetos de Poe en el que un razonador muy diestro sigue los pensamientos que su interlocutor no ha llegado a formular en palabras, usted se sintió inclinado a considerar el asunto como un simple “tour de force” del autor. Al decirle que yo realizaba eso mismo constantemente, usted se manifestó incrédulo.
-¡Oh, no!
-Quizá no lo manifestó usted con su lengua, querido Watson, pero si con sus cejas. Por eso ahora, al verle yo dejar el periódico y lanzarse a una serie sucesiva de pensamientos, me alegré de tener la oportunidad de ir descubriéndolos y de interrumpirlos en un momento dado, como demostración de que yo me había mantenido en contacto con usted.



Escrito por: Javier Morera

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