Mi querida Soledad:
Te escribo esta carta, triste,
corta, sin esperanza ni consuelo, para que me entiendas, para que me creas,
para que leyéndome, me escuches, ya que cuando te hablo no me atiendes, me
ignoras…
Es triste perderte, es triste
decirte adiós, y aun es más triste que sea el motivo que nos unió y por el que
los dos estamos tan interesados que al fin, lo común y lo nuestro haya
destruido el “nosotros” y el vínculo que nos había acercado y unido.
Nos conocimos por los libros,
tu lectora empedernida y yo admirador y devorador de prosa y poesía… nos
acercamos en nuestras conversaciones y nuestras coincidencias en conferencias,
presentaciones, clubes de lectura y ferias de libreros… nos encontraron casi
encuadernados en una novela romántica, casi perfecta, casi de final de cuento…
casi…
Leímos, compartimos, nos
prestamos, nos regalamos, pasamos maravillosas horas y tardes y veladas y
noches… citando, comentando, discutiendo y admirando paginas que eran poemas o
libros que eran mundos de ensueño y fantasía…
Hubo un tiempo precioso, en que
dejamos de leer para leernos nosotros; dejamos de pasar páginas para acariciar
nuestros corazones con las miradas de tantas ilusiones y de tantas historias
bonitas…
Hubo un tiempo en que yo creí
que todo se había confabulado para vivir nuestra vida juntos, en una biblioteca
de mil y una historias de gozo y cariño…
Pero han pasado los años y veo
cada vez mas claro el desenlace de esta novela nuestra: se me anuncia mi papel
en la obra de tu vida y creo que solo me dejas cerrar capitulo y poner punto y
aparte… punto final.
¡Han podido los libros! Yo se
que soy poco, yo se que nada puedo frente a esos torrentes continuos de
fantasía, belleza y amor que son los libros…
Me han desbancado, una y otra
vez, de una y otra manera, por un camino y por el otro…
Te veo cada día, cada vez, cada
año que pasa más cercana a los libros y al libro, al leer y a la lectura….
Tanto como te veo cada vez mas aburrida en mi mundo, conmigo…
No puedo competir con el libro;
cuando parece que igualo o supero a uno, viene otro, aparece el siguiente y te
enamoras de ese o de aquel… ¡no puedo aguantarlo ni quiero!
Soy poca cosa, pero necesitaba
un trocito de tu corazón, de tu mirada, de tu vida, para alojarme eternamente
en ella, para vivir la mía entre tus renglones…
Te dejo esta carta. Seguro que
la lees.
Ahora comprendo ese titulo de
un libro que leías hace un tiempo: “LAS MUJERES QUE LEEN SON PELIGROSAS”…
Puede ser que sin los libros te
hubieras enamorado mas y solo de mi… lo malo es que si no fuera por los libros
que lees y has leído… no nos hubiéramos conocido… y aun que así fuera… yo no me
hubiera enamorado de ti como me ha ocurrido…
Adiós Soledad, en cierto modo,
me quedo contigo, solo y con los libros.
Escrito por: Javier Morera
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