miércoles, 24 de junio de 2015

SEGURO QUE LO HAS LEÍDO


Si, seguro que lo has leído… ¡ha sido tan famoso!… y la película tan vista… Algunos dicen que es muy triste… ¡nada de eso!... es pura broma para hacer pensar un poco a los “menguados” que no se dan cuenta de cómo les “va” la vida a algunos “coetáneos” que nacen el mismo día y bien cerca… y no hablamos de que los padres son maltratadores ni drogadictos… Hablamos de lo mal que se lo hacemos pasar a algunos por “ideas maravillosas de otros algunos”…

Recuerda este fragmento del capitulo XII…

—Llevamos los brazaletes durante unos meses —dijo—. Y luego las cosas volvieron a cambiar. Un día llegué a casa y mi madre dijo que no podíamos seguir viviendo en nuestra casa...
— ¡A mí me pasó lo mismo! —Exclamó Bruno, alegrándose de saber que no era el único niño al que habían obligado a mudarse de casa—. Un día el Furias vino a cenar, y luego vinimos a vivir aquí. Y yo odio esto —añadió con enojo—. ¿También fue a cenar a tu casa y tuvisteis que marcharos?
—No, pero cuando nos dijeron que ya no podíamos vivir en nuestra casa tuvimos que irnos a otro barrio de Cracovia, donde los soldados levantaron un gran muro y mi madre, mi padre, mi hermano y yo teníamos que vivir en una habitación.
— ¿Todos juntos? —Preguntó Bruno—. ¿En la misma habitación?
—Y no sólo nosotros. También había otra familia, y la madre y el padre siempre estaban peleando y uno de los hijos era mayor que yo y me pegaba aunque yo no hubiera hecho nada.
—No puede ser que vivierais en la misma habitación —dijo Bruno sacudiendo la cabeza—. Eso no tiene sentido.
—Todos en la misma —insistió Shmuel al tiempo que asentía con la cabeza—. En total éramos once.
Bruno abrió la boca para contradecirlo —no creía que once personas pudieran vivir juntas en la misma habitación—, pero se lo pensó mejor.
—Pasamos varios meses allí —prosiguió el otro—, todos juntos en la misma habitación. Había una ventanita, pero a mí no me gustaba mirar por ella porque veía el muro y odiaba el muro porque nuestra casa de verdad estaba al otro lado. Y aquel barrio de la ciudad era un barrio muy malo porque siempre había ruido y era imposible dormir. Y odiaba a Luka, el niño que siempre me pegaba aunque yo no hiciera nada.
—A mí a veces Gretel me pega —aportó Bruno—. Es mi hermana —añadió—. Y es tonta de remate. Pero pronto seré mayor y más fuerte que ella y entonces se va a enterar.
—Y un día llegaron los soldados con unos camiones enormes —continuó Shmuel, que no parecía interesado por Gretel—. Nos hicieron salir a todos de las casas. Mucha gente no quiso salir y se escondió donde pudo, pero creo que al final los capturaron a todos. Y los camiones nos llevaron a un tren, y el tren... —Vaciló y se mordió el labio inferior. Bruno pensó que iba a echarse a llorar, aunque no entendía por qué—. El tren era horrible —pro-siguió Shmuel—. Para empezar, había demasiada gente en los vagones. Y no se podía respirar. Y olía muy mal.
—Eso es porque os metisteis todos en el mismo tren —dijo Bruno, recordando los dos trenes que había visto en la estación el día que se marchó de Berlín—. Cuando nosotros vinimos aquí, había otro tren al otro lado del andén, pero creo que nadie lo había visto. Nosotros nos subimos a ése. Si te hubieras subido al mío...
—No creo que nos hubieran dejado —dijo Shmuel negando con la cabeza—. No podíamos salir del vagón.
—Las puertas están al final —explicó Bruno.
—No había puertas —dijo Shmuel.
—Claro que había puertas —suspiró Bruno—. Están al final —repitió—. Después de la cafetería.
—No había ninguna puerta —insistió Shmuel—. Si hubiera habido alguna puerta, nos habríamos apeado todos.
Bruno masculló algo del estilo de «claro que las había», pero no lo dijo en voz alta.
—Cuando por fin el tren se paró —continuó Shmuel—, estábamos en un sitio donde hacía mucho frío y tuvimos que venir hasta aquí a pie.
—Nosotros vinimos en coche —explicó Bruno.
—A mi madre se la llevaron, y a mi padre, a Josef y a mí nos pusieron en las cabañas de allí, que es donde estamos desde entonces.

Pues si, como recuerdas es un trocito de la obra “El Niño con el Pijama de Rayas”… de John Boyne… muy curioso el final… su queridísimo padre vivirá muy contento de haber limpiado el mundo para su hijo… como desean todos los que tienen soluciones maravillosas y ostentan el poder…

Este jueves puedes venir con el pijama de rayas… esperemos que no nos hagan dar una caminata de Solución Final…


Escrito por: Javier Morera 


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