sábado, 9 de marzo de 2013

EL VIEJO PUENTE




En la roca, majestuoso, altivo e inaccesible, estaba el castillo…
Para visitarlo hay que esforzarse por cuestas y puertas, hay que tener permiso de paso… hay que pagar el precio de someterse al poder o enfrentarse y superarlo…
Abajo, pasado el pueblo, sobre el ágil río Gallo, humilde y olvidado, estaba el puente… esperando a ser cruzado, invitando a seguir nuestro camino sin siquiera percibir que estaba allí, que lo hizo alguien, que lo cuido y restauró un montón de veces un montón de personas… para que pasemos por él… para que pasemos de él… para pisarlo sin ver el río… sin mojarnos los pies…
El puente viejo, precioso, en roca arenisca cargada de hierro, románico, casi romano, fuerte, sentado, seguro, sólido y sensato… el puente que nos une, que nos permite, que nos ayuda… el puente amigo, el puente fiel, el puente paso y el puente puerta, el puente clave de pasar o no pasar esos días de tormenta y riada… el puente franco…
No nos fijamos en él, habiendo allá arriba un castillo tan enhiesto… no le atendemos ya por ser viejo, pequeño, estrecho para nuestros usos actuales…
Algunos jugamos a ser castillos… inconquistables… abanderados de algo o de todo… otros  preferimos ser puentes… por donde la gente pasa… para facilitar el camino, para unir, para acercar, para hacer mas cómodo el tránsito…
Somos puentes de abuelos a nietos, somos puentes de amigos a desconocidos, somos puentes de gustos y de culturas…. Somos puentes de vida que deseamos desarrollar, comunicar, extender el cariño y el amor…. Como un viejo puente románico… tan fuerte, tan cruzado, tan útil, tan olvidado…



Escrito por: Javier Morera

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