En realidad este es un blog de una Asociación dedicada a la lectura… y de vez en cuando me
recuerdan que debo escribir y hablar de libros, de escritores, de Historia y de
las historias que los escritores nos relatan en los libros para que “vivamos”.
Esta semana hemos hablado de que hemos leído la magnifica
obra de teatro: “Julio César” de William Shakespeare, y algunos de nosotros
dedicamos un ratito a dar nuestra opinión sobre este autor genial que
apoyándose en las fuentes de “Vidas… de Plutarco”… puso sangre y voz en las
estatuas de bronce de un César que dio lugar a muchos césares posteriores…
Mi participación, desde mi subjetividad, versaba sobre lo
bien que nos muestra el famoso ingles, lo fácil que resulta a un habilidoso
Decio o Casio, manejar a los “grandes hombres”… y hacerles cambiar de opinión…
¡que fácil resulta hacer “ver” la tiranía a Bruto!… o alterar la decisión de
Julio en contra de los múltiples designios que auguraban “temores” de ir o no
ir al “trabajo” el malvado día de los Idus de Marzo”…
Especialmente, los discursos de Bruto y Marco Antonio,
tras el magnicidio de César, muestran que sencillo es cambiar la opinión de los
senadores… del pueblo…
Y al final te das cuenta de que hasta Shakespeare sabía… ¡que
pequeños son los grandes hombres!... y ¡que grandes son los pequeños actores
“sin carrera” que llamamos comediantes!… como ese provinciano de Shakespeare…
¡Que lastima que lo que se planteo por Bruto para salvar
a Roma, resulto ser la entrada en guerras que sentarán a Césares en el trono de
las tiranías!...
¡Que lastima que siempre matemos a la gente para salvar
al pueblo!...
¡Que lastima que los grandes hombres sean tan fácilmente
manipulables!
¡Que suerte que a los hombres pequeños y a las mujeres no
nos manipulen tan sencillamente!...
¡Que suerte que no tenemos que salvar a nadie!
Bueno, si, yo estaba escribiendo de literatura…
Escrito por: Javier Morera
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