Tal vez una de las mayores, mejores y mas originales aportaciones de nuestras letras a la cultura mundial de occidente, de todos los tiempos, ha sido el “concepto” de Don Juan.
Ni quiero ni voy a entrar en discusiones sobre autores y obras. Mi interés, por vocación y profesión, está más relacionado con los prototipos sociales y psicológicos que con las gramáticas y las métricas de señores de Academia que, con todos mis respetos, saben más de ortografía y diccionario que de pasiones humanas y conflictos sociales.
Por ello he utilizado el termino “concepto” y no otro. Ya que mi gusto y mi admiración es hacia esa forma didáctica, a la vez que bella y plástica que supone la construcción del personaje “Don Juan”.
El Don Juan de Tirso de Molina, (1630) constituye una lección moralizante sobre los desmanes del “varón pendenciero y seductor” que solo busca sus “victorias” cumpliendo sus apetencias y apuestas a costa y por encima de cualquier otro interés, norma, ética o costumbre social… engañando, suplantando, huyendo cobardemente, refugiándose bajo sus protectores… capa, espada, embozo, tapadera, cómplices, soborno, chantajes…
Tantos y tantos autores han seguido perfilando y adornando a Don Juan que casi se ha hecho vivo, como si hubiera nacido en varias épocas y hubiera tomado diferentes formas bajo el mismo lema y actitud… buscar el placer y vencer a todos, pero saltándose la norma, la amistad, la ley, la solidaridad y el agradecimiento…
Don Juan es siempre el excremento social…
Don Juan es el cáncer de la familia…
Don Juan es el asqueroso pus que emana y corrompe en las podredumbres de la mala educación…
Don Juan es el defecto, la tara sin solución, el error, el pecado y el delincuente… No por necesidad o ignorancia, sino por altanería, por arrogancia, por vanidad… Es malo por deporte… Sin solución.
Solo el romántico Zorrilla le dio un “punto de contrición” y gracias a la maravillosa Doña Inés, la salvación… Pero no quiero escribir del único que es “mejorado” por amor…
En la interesante novela Akademeia, (2018), del profesor de la Universidad de Zaragoza, Jesús Santamaría, los temas y contextos actuales de las facultades de ciencias… los grupos de excelentes investigadores que compiten de manera extraordinaria por sus descubrimientos y publicaciones… las guerras por triunfar en la selva de las patentes y adelantos… Todo nos sirve para un escenario adecuado y pertinente a la aparición de otro “Don Juan”…
El profesor atractivo y deportista, soltero, inteligente, valiente, astuto y competitivo… poco ético… muy audaz, activo, luchador, arriesgado y desafiante… agresivo… dominante… seductor… que no duda en vencer a todos, en ser el mejor, en conseguir lo que desea… como sea… a costa de lo que sea… No duda en quitarse de al lado a cualquier competidor que le pueda hacer sombra…
El mito de Don Juan en el lejano y prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts… con sus varios coches de marca y criados y apartamentos… dando conferencias y dirigiendo Tesis doctorales…
Y es que en el nuevo mundo también hay muchos “Don Juanes”… algunos han llegado a ser presidentes de ese país tan grande que hay al norte, donde la competitividad es la ley de la vida… hasta que nos mata.
Escrito por: Javier Morera
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