“Cuando
navegamos sobre las llanuras azuladas, nuestras almas y nuestros pensamientos
se hallan tan libres como el Océano. Tan lejos cuanto los vientos pueden
llevarnos, y en todas partes donde espuman las olas, encontramos nuestro
imperio y nuestra patria.”
Este es el comienzo de una obra
romántica, escrita por un romántico, icono del romanticismo…
Si, claro, se trata de “El
Corsario” de Byron… ¡como no!... seguro que ya lo conoces, al menos si has
pasado por esas etapas “románticas” de tu vida y además eres aficionado a la
literatura…
Y también recordarás esa triste
canción que canta Medora cuando esta afligida por la ausencia de Conrado… (Canto
Primero, apartado XIV)
1
“Mi
tierno secreto esta sepultado para siempre en mi alma. Mi corazón palpita
todavía frecuentemente para corresponder a los latidos del tuyo; pero luego
tiembla guardando un profundo silencio.”
2
“Mi
llama es como la luz eterna de una lámpara sepulcral, cuya débil claridad se
oculta a todos los ojos. La fría oscuridad de la desesperación no la apagará
jamás, aunque sus rayos sean tan inútiles como si nunca hubieran existido.”
3
“Acuérdate
de mi; no pases nunca cerca de mi sepulcro sin hacer memoria de aquella cuyas
cenizas se hallan allí encerradas. El único tormento que mi corazón no podría
tolerar, sería el que me olvidaras.”
4
“Escucha
los últimos acentos de una voz moribunda. La virtud no impide que se compadezca
a los muertos. Concededme la sola gracia que te he pedido: una lágrima; la
primera y la última recompensa de tu amor.”
Y, como romántico que soy… me
despido con el final de la obra… una maravilla de la filosofía romántica que
nos deja tristes, nostálgicos, melancólicos… ¿Dónde está Conrado?
“Sus
compañeros lo lloraron mucho tiempo: ellos solo podían llorarlo. Un hermoso
monumento se consagró a las cenizas de su amiga; pero con respecto a él ni una
sola lápida atestiguó su muerte, o la continuación de una vida que se ignoraba.
Conrado
dejo a los tiempos venideros la memoria de un corsario que tuvo una virtud en
medio de mil crímenes.”
Escrito por: Javier Morera
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