martes, 13 de junio de 2017

UNA VIRTUD EN MEDIO DE MIL CRÍMENES




 “Cuando navegamos sobre las llanuras azuladas, nuestras almas y nuestros pensamientos se hallan tan libres como el Océano. Tan lejos cuanto los vientos pueden llevarnos, y en todas partes donde espuman las olas, encontramos nuestro imperio y nuestra patria.”

Este es el comienzo de una obra romántica, escrita por un romántico, icono del romanticismo…
Si, claro, se trata de “El Corsario” de Byron… ¡como no!... seguro que ya lo conoces, al menos si has pasado por esas etapas “románticas” de tu vida y además eres aficionado a la literatura…
Y también recordarás esa triste canción que canta Medora cuando esta afligida por la ausencia de Conrado… (Canto Primero, apartado XIV)

1
“Mi tierno secreto esta sepultado para siempre en mi alma. Mi corazón palpita todavía frecuentemente para corresponder a los latidos del tuyo; pero luego tiembla guardando un profundo silencio.”
2
“Mi llama es como la luz eterna de una lámpara sepulcral, cuya débil claridad se oculta a todos los ojos. La fría oscuridad de la desesperación no la apagará jamás, aunque sus rayos sean tan inútiles como si nunca hubieran existido.”
3
“Acuérdate de mi; no pases nunca cerca de mi sepulcro sin hacer memoria de aquella cuyas cenizas se hallan allí encerradas. El único tormento que mi corazón no podría tolerar, sería el que me olvidaras.”
4
“Escucha los últimos acentos de una voz moribunda. La virtud no impide que se compadezca a los muertos. Concededme la sola gracia que te he pedido: una lágrima; la primera y la última recompensa de tu amor.”

Y, como romántico que soy… me despido con el final de la obra… una maravilla de la filosofía romántica que nos deja tristes, nostálgicos, melancólicos… ¿Dónde está Conrado?

“Sus compañeros lo lloraron mucho tiempo: ellos solo podían llorarlo. Un hermoso monumento se consagró a las cenizas de su amiga; pero con respecto a él ni una sola lápida atestiguó su muerte, o la continuación de una vida que se ignoraba.
Conrado dejo a los tiempos venideros la memoria de un corsario que tuvo una virtud en medio de mil crímenes.”


 Escrito por: Javier Morera


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