Esta semana nos reintroducimos
en el teatro griego clásico. Esquilo, con su “Prometeo Encadenado” nos reúne
otra vez para debatir esos temas tan viejos como interesantes… La Mitología… el
teatro de esos griegos que nos querían explicar el mundo, los dioses y los
hombres con espectáculos gráficos, bellos, cortos y pedagógicos…
Aparece el poder, la venganza,
los hijos que destronan a los padres, los castigos que parecen eternos y “el
destino que siempre es una serpiente que se devora a si misma”… El que sabe lo que va a ocurrir
es alcanzado por su profecía…
Pero, especialmente reconocemos
a Prometeo por ser ese titán semidiós inmortal y comprensivo que nos regaló el
fuego a los pobres e ignorantes mortales…
Y según lo que entendamos por
“el fuego” todo un mundo de símbolos y sentidos se nos abre en nuestra conciencia…
Si atendemos a este párrafo que
aparece en la obra en la primera mitad… el fuego es algo mas que un poco de
calor y lumbre…
¡Ojalá! hubiera muchos
Prometeos que robaran las grandes cantidades de comida que no necesitamos y se
las dieran a los que se mueren de hambre….
¡Ojalá! hubiera muchos
Prometeos que robaran las mantas y los ropajes que no necesitamos y se lo
repartieran a los que desnudos andan en el frío…
¡Ojalá! hubiera muchos
Prometeos que robaran las casas y apartamentos que no se emplean y los cedieran
a los que no tiene mas que nubes y estrellas todas las noche de sus vidas…
¡Ojalá! hubiera muchos
Prometeos que robaran las medicinas que se nos caducan sin usar y con ellas
sanaran a tantos cuerpos que solo saben de dolor y enfermedad…
¡Que no estoy hablando de
política!… estoy pensando en el mito griego de Prometeo… o Robin Hood o no sé
qué…
Bueno te pongo una cita… igual
si te lees la obra te aclaras un poco mas… y apaga un poco la tele… que tu
cerebro se atrofia con tanta basura…
“PROMETEO:
-No
creáis que mi silencio nace de debilidad o de orgullo; pero una idea me
destroza el alma, viéndome ultrajado de esta suerte, porque ¿quién sino yo
aseguró a esos dioses nuevos sus prerrogativas? Pero sobre este punto no diré
más, pues sabéis muy bien lo que podría decir. Escuchad, en cambio, las
miserias de los mortales, y la manera como, de niños que eran, he hecho de
ellos seres inteligentes, dotados de razón. Si lo refiero aquí, no es para
denigrar a los humanos, sino para mostraros los beneficios que recibieron con
mis dones. En el principio ellos veían
sin ver, escuchaban sin oír, y semejantes a las imágenes de los sueños, vivían
su larga existencia en el desorden y la confusión. Nada sabían de las
viviendas construidas con ladrillos endurecidos al sol; no sabían labrar la
madera, y vivían bajo tierra, como las ágiles hormigas, en lo más escondido de
cavernas donde no penetraba la luz. No había para ellos señal segura ni del
invierno ni de la florida primavera ni del fértil verano; todo lo hacían por
instinto, hasta el día en que les instruí en la difícil ciencia de las salidas
y los ocasos de los astros. Siguió después la de los números, la más importante
de las ciencias que para ellos inventé, así como la composición de las letras,
memoria de todas las cosas, madre de las Musas. También fui el primero que uncí
al yugo a los animales salvajes y los sujeté al arnés o al jinete, para que
supliesen al hombre en los más rudos trabajos, y uncí al carro los caballos
dóciles al freno, ornamento de la vana opulencia. Nadie sino yo inventó los
vehículos de alas de lino, en los cuales surca el marino los mares. ¡Y el desventurado que tantas cosas supo inventar
para los mortales, no sabe hoy descubrir el secreto que le libere de sus
miserias presentes!”
Escrito por: Javier Morera
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