jueves, 9 de octubre de 2014

EMPEZARES…


No era el hombre más honesto ni el más piadoso pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes.

La calle estaba oscura y no se veía un alma. Embozado en una capa vieja prestada por don Francisco de Quevedo, Diego Alatriste se detuvo junto a la tapia y echó un cauteloso vistazo.

Quizá porque la verdadera patria de un hombre es su niñez, a pesar del tiempo transcurrido recuerdo siempre con nostalgia la taberna del Turco.”

En marzo anochecía pronto. Aún quedaba un rastro de claridad en el cielo, pero las calles estrechas bajo los aleros sombríos de los tejados estaban negras como boca de lobo.

El más jóven no estaba herido de gravedad. Lo habían llevado entre su acompañante y Diego Alatriste más cerca del farol, que encendieron de nuevo; y allí, recostado en la tapia del huerto de los Carmelitas, le echaron un vistazo a la cuchillada que habían recibido del italiano: uno de esos rasguños superficiales muy aparatosos de sangre pero sin consecuencia alguna, que luego permitían a los jóvenes pisaverdes pavonearse ante las damas con el brazo en cabestrillo y a muy poco coste.”

“Al día siguiente Madrid despertó con la noticia increíble. Carlos Estuardo, cachorro del leopardo inglés, impaciente por la lentitud de las negociaciones matrimoniales con la infanta doña María, hermana de nuestro rey don Felipe IV, había concebido con su amigo Buckingham ese proyecto extraordinario…”

“El día siguiente era domingo. Empezó en fiesta, y a pique estuvo para Diego Alatriste y para mi de terminar en tragedia.”

“Aquello parecía un tribunal y a Diego Alatriste no le cupo la menor duda de que lo era.”

“Después de aquella noche toledana hubo unos días de calma.”

“Caí en la trampa. O, para ser más exacto, cinco minutos de conversación bastaron para que ellos urdieran la trampa”

“Los gritos de las guardias española, borgoñona y tudesca al hacer el relevo en las puertas de palacio llegaban hasta Diego Alatriste por la ventana abierta a uno de los grandes patios del Alcazar Real”

“El cielo amenazaba lluvia sobre el Alcázar, y las pesadas nubes que corrían desde el oeste parecían desgarrarse en el chapitel puntiagudo de la torre dorada.”

Aquí tenéis las primeras frases de todos los capítulos de la obra “El Capitán Alatriste” de Arturo Pérez-Reverte… seguro que ya lo habeís leído… pero no teneís la suerte de venir a la tertulia que dentro de unos minutos comenzará en nuestra asociación… revisar el libro… os dejamos con los “Empezares…”



Escrito por: Javier Morera

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