En el libro que nos cita
esta semana, “Sangre de Tinta”,
segundo de la trilogía “Mundo de Tinta”
de Cornelia Funke, volvemos a disfrutar de la imaginación creativa y fantástica
de una mente privilegiada que nos transporta con su pluma a mundos imposibles y
vidas impenetrables…
Si, ya se que hay muchos
libros y autores creativos que nos describen “mundos” y personas verdaderamente
originales, de diseño, para secuestrarlos y guardárnoslos de por vida, en el
cajón de la mesilla… perfectos… Si, ya se que hay muchos inventos y bichos
raros que nos sorprenden y nos dan asco o miedo… en mil libros y mil películas…
Si, ya se que el escritor y el director juegan a ser dioses de mundos de papel,
tinta, plástico y efectos especiales…
Pero Cornelia en estos
libros juega a otras cosas mas profundas, más filosóficas, más serias, más
difíciles de pensar y aun de imaginar…
En el capitulo “El
Plan de Fenoglio” a mitad de este libro comentado y que trataremos el
jueves próximo, se desarrollan en un
dialogo precioso entre una adolescente y el escritor de “Mundo de Tinta”, unos
supuestos muy ambiciosos… dignos de una buena clase de filosofía para graduados
de una universidad que enseñe a pensar…
Fenoglio quiere cambiar el
mundo que él propiamente ha construido en su libro… ¡quiere “reescribir”! su
propia imaginación… Y el mundo que se creó en su libro resulta que ha tomado
vida… ya lleva su dinámica… y cualquier cambio en la historia puede alterar
incluso el verdadero libro… un “efecto mariposa” dentro de una construcción
imaginativa… una estructura supuesta que se arranca de su base fantasiosa para
hacerse edificio vivo, tejidos actuantes, sombras que se hacen protagonistas…
sueños que son causas… consecuencias reales de palabras escritas…
El autor que corrige su
propia idea…
La adolescente que no se
decide por su vida real…
El lector atrapado entre
letras, fantasías y preferencias…
Cornelia Funke divirtiéndose
con nuestra perplejidad…
Verdaderamente, estos
libros son cosas de distraer a los niños en sus vacaciones de verano… nada
comparable a esos problemas tan reales de los adultos que vemos continuamente
en la TV, como las mil maneras de cocinar el tomate para que parezca melón…
¡eso si que es cosa de adultos!
Escrito por: Javier Morera
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