Cuando te adentras en una excursión
por las Bardenas u otros desiertos que fueron fondos marinos, te encuentras con
montañas de cálidos colores marrones o dorados que se alzan con paredes
arrogantemente verticales, desde la planicie básica donde hoy se encuentra el
“suelo firme” de la zona…
Te vas acercando y observas la
repetida y común estructura de estas formaciones y piensas que lo que hoy es la
cima de las montañas, fue ayer la base de aquel lejano suelo… Pero ahora solo
el “Cerro Testigo” que ha guardado “sus apoyos” defendiéndolos de la erosión,
se yergue en montaña… el resto, lo débil, lo que no tenia protección, se ha
perdido llevado por agua y viento hacia el anonimato de otros suelos de
alubión…
Cuando veo estos fenómenos, no puedo
evitar pensar que esos montes que hoy son cimas, se parecen a viejos imperios
que algún día fueron bases o pasos de cultura Historia y civilización, pero que
al paso del tiempo se han quedado, solos, como héroes anacrónicos, como mitos
legendarios que constituyen hitos de referencia para el caminante y el pensador
consciente de su pasado.
Tal vez por eso, por sernos tan
nostálgicos y tan históricos, nos encantan a los románticos los paseos por
desiertos entre restos de imperios naufragados, de valores ya obsoletos, de
montañas inestables… de arena que fue roca…
Escrito por: Javier
Morera Betés
2 comentarios:
Javier como siempre!estupendo¡.Muy
bueno el post.Es muy curioso el fenómeno que comentas de una forma
tan romántica, me refiero a las cimas
de hoy fueran en otro tiempo la base
del suelo.En definitiva todo a de acabar en arena.
Gracias Javier por tu relato, siempre
es un gusto leerte.Con cariño Olga
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