Todos sabemos que hay títulos curiosos que te
incitan a leer el libro para “entender” lo que quieren decirte con ese mensaje
descarado de la cubierta… Y eso ocurre precisamente con el texto de Robert Fulghum que se titula: LAS COSAS IMPORTANTES LAS APRENDÍ EN EL
PARVULARIO.
Este culto estadounidense, versado en teología y
filosofía, acostumbrado a predicar, enseñar y aconsejar desde su “humanidad”
cristiana, nos recorre en este curioso librito muchos temas de muchas circunstancias
y vivencias… Con simpatía y sin dogmatismo ni pedantería, casi presume de sus
errores y de anécdotas donde aprende más que enseña y recuerda más que
adoctrina. Se hace agradable y humilde para encontrarse con los propios errores
y pecados. Se lee sin prisa y se sonríe de lo mucho que nos hemos preocupado
muchas veces por nimiedades que siempre llevan su ruta de destino por más que
nos prevengamos de proyectos y cuidados.
Fantasía y buena intención… desde niños hasta
Navidades y disgustos… va pasando por su biografía… Jubilado ya, nos recuerda,
que aprendemos pronto lo poco que sabemos y malgastamos mucho en aprender
absurdos que poco nos sirven para la vida…
En este largo párrafo nos define sus consignas de
vida…
“Todo lo que hay que saber sobre cómo vivir y qué hacer y cómo debo
ser, lo aprendí en el parvulario. La sabiduría no estaba en la cima de la
montaña de la universidad, sino allí, en el patio del parvulario. Estas son las
cosas que aprendí:”
Compártelo todo.
Juega limpio.
No le pegues a la gente.
Vuelve a poner las cosas donde las encontraste.
Limpia siempre lo que ensucies.
No te lleves lo que no es tuyo.
Pide perdón cuando lastimes a alguien.
Lávate las manos antes de comer.
Las galletitas calientes y la leche fría son buenas para ti.
Vive una vida equilibrada.
Aprende algo y piensa en algo.
Dibuja, pinta, canta, baila, juega y trabaja cada día un poco.
Duerme la siesta todas las tardes.
Cuando salgas al mundo, ten cuidado con el tráfico,
Tómate de las manos y no te alejes.
Permanece atento a lo maravilloso.
Recuerda la pequeña semilla en el vaso: las raíces bajan, la planta
sube
y nadie sabe realmente cómo ni por qué, pero todos somos así.
Los peces de colores, los hámsters y los ratones blancos e incluso la
pequeña semilla del vaso, todos mueren. Y nosotros también.
Y entonces recuerda una de las primeras palabras que aprendiste, la
más grande de todas: ‘¡Mira!’
Así que todo lo que necesitas saber está allí en alguna parte. La
Regla de Oro, el amor y la higiene básica. La ecología y la política, la
igualdad y la vida sana.
Toma cualquiera de estos ítems, tradúcelo en términos adultos
sofisticados y aplícalo a tu vida familiar o a tu trabajo, a tu gobierno o a tu
mundo, y se mantendrá verdadero, claro y firme. Piensa cuánto mejor sería el
mundo si todos - todo el mundo – tomásemos galletitas con leche cada tarde a
las tres y después nos acurrucáramos en nuestras mantas para dormir la siesta.
O si todos los gobiernos tuviesen como política básica volver siempre a poner
las cosas donde las encontraron y limpiar lo que ensuciaron.
Y aún es verdad, no importa cuán viejos seamos, que al salir al mundo
es mejor tomarnos de las manos y no alejarnos.”
Escrito por: Javier Morera
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