martes, 30 de mayo de 2023

SOCIOLOGÍA Y ARQUITECTURA

 


En la anterior publicación reflexionábamos sobre la arquitectura y la Naturaleza. Es muy interesante para el humano recordar su origen como especie y estar siempre en contacto con el mundo natural. Es imprescindible tener muy claro para todos que NO podemos aislarnos de nuestro ser natural, de nuestros compañeros del planeta, los animales y las plantas, los virus y las bacterias. Recordar el agua, las rocas, las estaciones… el sol… la luna… el día y la noche… el clima…

Parece que con nuestras “comodidades” y altas tecnologías, pretendemos aislarnos de todo y de todos…para entonces conectarnos con otros mundos lejanos a través de medios artificiales como las pantallas y teléfonos móviles…

La arquitectura tiene aquí mucho que ver, que decir. Cuando construimos una casa, un barrio, una urbanización, una ciudad… estamos configurando unas maneras de vivir, de socializarse, de educar, de convivir y relacionarse… estamos confeccionando el modo de vivir, de ser.

Los arquitectos, como profesionales de la construcción, deben estar en contacto con la sociología, con la filosofía, con la psicología, con la medicina, con maestros y políticos…

Y nos debemos preguntar quien sirve a quien… ¿Cual es el poder que gobierna la construcción de edificios y barriadas?

Tendremos que planificar mejor las ciudades y las casas, los parques y los paseos… jardines y fuentes… O, si seguimos así, crear mas hospitales para salud mental, mas islas para “huir” de vacaciones, mas aventuras para fin de semana… y como no, mas y mas cárceles bien aisladas y recónditas en paramos de la “Reserva” estéril del planeta… y enormes cementerios… tranquilos… con los árboles que no pudimos disfrutar en vida…

Pensemos en esto.

También podemos leer libros como “Zaragoza Dibujada”, publicado ya hace unos años por el académico, profesor y arquitecto José Laborda Yneva.

Con el ejemplo de la ciudad de Zaragoza y sus ultimas construcciones, nos lleva de la mano, analizando virtudes y defectos de esos ladrillos y hormigones, tejas y cristales que configuran los refugios y guaridas del ser humano… pero que también nos muestran sus posibilidades y estatus, sus gustos y sus miedos, sus jerarquías y poderes…

Nuestra casa es también nuestra manera de vivir… si la hemos elegido a nuestro gusto, dice como somos, al igual que nuestra ropa o nuestro comportamiento… si solo la habitamos sin poder seleccionar, dice todo lo que no podemos ser ni conseguir… dice nuestras carencias, nuestras necesidades y nuestras patologías presentes o futuras, nuestros sufrimientos…

Y, para la mayoría, nuestra casa es nuestra hipoteca, nuestra prisión que nos limita para poder trabajar menos o vivir otras posibles motivaciones.

Un ejemplo para pensar, nos dice el autor citado, es el caso de las plazas de una ciudad, de nuestra Zaragoza. Las plazas han sido siempre el lugar donde pararnos, donde encontrarnos, donde jugar de niños y bailar en las fiestas, donde hablarnos y donde festejar nuestros amores… el lugar donde tomar el sol o la fresca, donde descansar y ver como pasa la vida por las calles…

Ahora tendemos a hacer plazas enormes, de distribución de trafico, de carteles publicitarios, de ruido y riesgo, de perderse, sin bancos, sin protecciones… plazas como la de las catedrales en Zaragoza, que sirven para todo y no sirven para nadie… solo para colonizarlas por “terrazas” donde se permite el ruido, la basura, el alcohol, el tabaco… todo… pero “pagando” por estar en tu plaza.



Escrito por: Javier Morera 

No hay comentarios: