martes, 23 de junio de 2020

CUATRO TEMAS: CUATRO


Y llegamos a la cuarta noche.

“¡Dios mío! ¡Cómo ha terminado todo esto!... ¡Qué final! Fui a las nueve. Ya estaba allí ella. La vi de lejos, y, como el primer día, estaba acodada sobre el parapeto del puente y no me vio aproximarme.

Así empieza esta corta cuarta cita que tienen el joven desconocido y Nastenka, en “LAS NOCHES BLANCAS”, de Dostoyevski.

Si has seguido leyendo la obra, al ritmo de estas publicaciones, ya habrás visto que difícil situación… que cruce de caminos mas paradójico y extraño para estos dos seres tan románticos y solitarios. También habrás observado o intuido que la solución es difícil… si aparece el amor de Nastenka, mal para nuestro héroe… si no aparece, arreglo difícil para ambos… conformarse, dar compasión, trazar pactos y conciliaciones, no es la mejor salida para amores y parejas…

Hay un momento en este cuarto encuentro que parece que las cosas se aclaran y todo puede tener una solución agradable para muchos lectores actuales que han sido educados por la cultura Disney… pero la realidad, el drama, la tragedia romántica, tiene que aflorar…

Nastenka llega a decir:

“Es usted mejor que él y mas noble”

Y parece que todo se puede “arreglar”… pero un poco mas adelante leemos…

“-Mire el cielo, Nastenka, Mañana hará un hermoso día. ¡Que luna!¡Qué cielo mas azul! Fíjese en aquella nubecilla amarillenta que va a cubrir a la luna; pero no, pasa junto a ella. Mire. Mire.

Pero Nastenka no contemplaba la nubecilla. Permanecía silenciosa, como clavada en su sitio; y un instante después se estrecho tímidamente contra mí, su mano tembló en la mía; la miré… y se apretó contra mí aun mas fuertemente.

En ese momento un joven pasó junto a nosotros. Detúvose repentinamente, nos miró fijamente, dio algunos pasos. Mi corazón tembló…

Si, es mejor que tu leas lo que viene… y decidas si te gusta o si prefieres esas comedias americanas donde siempre se deshacen los malentendidos y todos quedan bien…

Ya ves cual es el cuarto tema, el de hoy… empezamos con esperanza y luz en esas largas noches que solo son atardeceres… seguimos desentrañando ese triste compañero de todos y todas… la soledad… Ayer veíamos que no es posible razonar con las pasiones   y hoy comprendemos que lo único que puede y debe triunfar es el amor… el problema es que en esta historia, el amor no estaba para el protagonista…  Por eso cambió algo en la vida de su autor cuando vivió esta experiencia… por eso era romántico y por eso la escribió… y por eso me gusta… y por eso llevamos juntos cuatro post… y si quieres, mañana hablamos de lo que ocurrió a la mañana siguiente, en ese húmedo y fresco San Petersburgo de 1848…

Y si quieres… lee algo romántico… ahora que la crisis del Covid te ha dejado respirar unos pocos días… Vendrán las largas noches del confinamiento y sin Nastenka…

A Dostoyevski le llevaron a Siberia una buena, larga, fría y oscura temporada… 



Escrito por: Javier Morera

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