A mediados del Acto II de la simpática
obra de Shakespeare, titulada según algunos traductores como “La Fierecilla
Domada”, nos encontramos con este coloquio…
Bautista: Si, cuando la cuestión central esté asegurada, me refiero a su
amor, pues ese es el asunto.
Petrucho: Pero si eso no es nada, pues es digo, padre, que soy tan
autoritario como ella altanera, y cuando dos fuegos furiosos se encuentran,
consumen aquello que su furia alimenta.
Aunque el fuego
pequeño crece con viento suave, las ráfagas violentas extinguen cualquier
fuego.
Así seré con ella y así
a mi cederá, pues soy rudo y no cortejo como un niño.
Pero esta es una de las muchas
traducciones que tenemos en castellano… de otro texto se puede sacar esta
parecida que no igual cita…
Bautista. —Bueno. (Tímidamente) Pero aún nos falta saber si Catalina
consiente en amaros…
Petruchio. —¡Bah! Puro trámite. Os aseguro, caballero, que si vuestra
hija es altanera y difícil, yo soy terco y obstinado. Todo buen viento absorbe
los débiles vientecillos… Ella será la brisa y yo el huracán. Porque, sabedlo
de una vez: mi carácter es rudo y no hago el amor como un chiquillo, ¿eh?
Y así hasta tantas copias de
distinta traducción como hallemos… un pequeño problema que nos hace pensar en
los cambios, en ocasiones, muy sustanciosos, con los que nos encontramos los
lectores…
Yo me quedo con la frase:
… “cuando dos fuegos
furiosos se encuentran, consumen aquello que su furia alimenta”…
Creo que hasta nos lleva a
delimitar pronósticos de salida de estas situaciones muy diferentes al otro
párrafo de la otra traducción…
Lo cual nos hace pensar lo
difícil de traducir, que es transportar conceptos y planteamientos complejos de
una cultura a otra, de una tradición a otra… las palabras son formas de
expresar profundos pensamientos que difícilmente entendemos sino compartimos el
universo significante del emisor… y si a nuestras carencias de léxico y
etimología de significados, añadimos posibles tendencias del traductor tendencioso…
la cosa se complica… y mas que una traducción parece una transmutación de la
materia prima que podría ser purísima en origen en otra fabricada
artificialmente con poca gracia y contaminada…
Por otra parte que diferente
forma de entender el encuentro vigoroso por Shakespeare a través de Petrucho en
esta obra cómica, de la perspectiva romántica, desesperada y trágica de Bécquer
en su sentencia en rima (XLI)…
Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No pudo ser!
Escrito por: Javier Morera
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