miércoles, 31 de octubre de 2018

EL DON JUAN DE LORD BYRON



Se acercan las fechas de Don Juan…
Siempre recordamos a nuestro querido Zorrilla con su Don Juan Tenorio, pero cada año leemos, conocemos, comentamos y comparamos algunos de los muchos Don Juanes de los que está llena la historia de la literatura.
Este año vamos de la mano del apasionado Lord Byron, que ya hemos tratado en nuestro club este verano con su obra El corsario.

El Don Juan de Lord Byron es una obra inacabada porque su muerte le llegó antes de darle término. Fue añadiendo cantos y completando episodios a lo largo de su vida y como en su vida, recibieron furiosas críticas; calificándolo de inmoral. Es una obra divertida, casi cómica… el don Juan de Byron es el triunfal conquistador español, en el que ha querido reflejar sus experiencias y sus amores.

Mantiene ciertas similitudes con la vida del autor, sobre todo en el primer canto.

Espido Freire dice que el don Juan byroniano, a diferencia de los otros, no es deudor de una herencia católica que culpabilice el deseo, y se olvida sin remordimientos del concepto de pecado de su época y su religión. Su vida, como la de su autor, se alimenta de más vidas, de amores, de energía y juventud.

Al igual que en su obra inacabada, a Byron no le quedó tiempo para revisiones ni arrepentimientos. Vivió a fogonazos, tal y como escribió. Y el fuego, en las palabras, no se apaga fácilmente.

Era noble, rico, atractivo pero incapaz de aprehender el amor, sensible pero incomprendido, revolucionario pero melancólico, desilusionado…

En el primer canto don Juan, a sus 16 años tiene un lío con una hermosa mujer casada; perseguido a muerte por su marido, Juan debe abandonar Sevilla y, a partir de ahí, correrá toda suerte de aventuras zarandeado por el destino.

A continuación, unas estrofas del final del Canto I:

191      Decidió que Juan había de viajar por todos los países
de Europa por tierra y mar
para enmendar su moral o regenerarla,
y sobre todo por Francia e Italia
(Ya que la gente cree que son lugares idóneos)
y Julia fue enviada a un convento
y quizá sus sentimientos se muestren mejor
en la siguiente transcripción de esta carta:

192      “Me han dicho que está decidido. Te vas.
No me opongo, está bien, pero me causa dolor.
No tengo nada que instar a tu joven corazón.
La víctima soy yo y volvería a serlo.
Amar demasiado es el único arte que empleé.
Escribo deprisa y si alguna mancha
hay en este escrito, no es lo que parece:
mis ojos arden y estallan, pero no lloro.

193      “Te he amado, te amo y por este amor he perdido
posición y reputación, el cielo y la fama, mi dignidad
y, con todo, no lamento lo que me ha costado,
tan querida me resulta la memoria de tu ensueño.
Mas si hablo de mi culpa no es por vanagloria;
nadie osará juzgarme con mayor severidad que yo.
Garabateo todo esto porque no encuentro reposo
nada tengo que reprocharte o exigirte.

194      El amor es para el hombre un mero episodio
y para la mujer la vida entera. El hombre recorre
cortes y campamentos, iglesias, barcos y mercados:
espada, toga, fortuna y gloria le dan a cambio
nombre y ambición, un orgullo que colma su espíritu,
y pocos hay que no sean arrebatados por todo ello.
El hombre tiene estos recursos, pero nosotras sólo uno:
llorar el amor que nos ha arruinado.



Escrito por: Rosa Andrés

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