Esta semana, para conmemorar la
festividad del libro, dedicamos nuestra sesión a ese escritor tan internacional
que es Shakespeare. Cada año una o varias obras de este autor nos hacen pensar
y dialogar sobre múltiples temas de antes y de ahora. Nuestra cita reciente ha
sido con la comedia “LA FIERECILLA DOMADA” que siendo de las primeras obras del
dramaturgo ingles y por tanto, no de las mas complejas y elaboradas, aun así,
tiene temas y recovecos como para hacernos conversar horas y reflexionar sobre
muchos asuntos… además de crear algunas sonrisas por lo que dice, como lo dice
y la cantidad de extraños cruces de personas y personajes en toda la trama…
Ya comentamos en el artículo
anterior, el problema de la traducción en escritos donde el léxico y sus múltiples
giros pueden dar la clave y la gracia a toda una escena o personaje. Pero además,
también nos da muchos recortes de pensamientos y verdades que aun siendo una
comedia que busca divertir y entretener de forma y tema popular, aun así nos
regala muchos consejos que se cuelan entre la absurda trama cómica para ir a
parar a receptáculos de pensamiento filosóficos o al menos, sensatos… Uno de
estos casos se encuentra al final de la escena tercera del acto IV… el ridículo
Petrucho aquí, parece tomar una buena manera de recomendar a su “Cata” lo
importante de una persona… aunque todo es en broma y con dobles sentidos para
crear la situación cómica…
“Vamos, mi Cata, iremos a la casa de tu padre aunque llevemos
estas pobres vestimentas. Nuestra bolsa es rica, pobres nuestras ropas, pues la
mente es la que al cuerpo enriquece, y como rompe el sol a través de las nubes,
al honor se lo distingue bajo las ropas humildes. ¿Es más bello el grajo que la
alondra porque sus plumas son más hermosas? ¿O es la serpiente mejor que la
anguila porque su piel colorida satisface a los ojos? OH, no, buena Cata; no
eres tú la peor por este pobre equipo y mezquino arreglo. Si esto te
avergüenza, échame la culpa a mí y alégrate por tanto. Vayamos allá, a divertirnos
y comer en casa de tu padre.”
Puede que no sea la mejor obra,
ni siquiera la mejor comedia de este autor, pero, aun así, es un Shakespeare.
Escrito por: Javier Morera
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