Este jueves, en nuestra
tertulia de literatura, tuvimos el placer de comentar, una vez leído por todos,
la obra de Antón Chéjov, El Duelo.
Es fácil leer y hablar de
Chéjov; fue un hombre inteligente y bueno que cuando se dedicó a la medicina
resultó ser un buen medico; que siempre fue bueno con sus familiares y amigos;
que cuando se dedicó a escribir, fue mejor que la mayoría… que nos ha dejado
mucho escrito y mas aun en sus actitudes y las de sus personajes, que nos hacen
reflexionar y nos guían por nuestras decisiones, nos muestran errores y nos
ayudan a entender buenas relaciones y finales aceptables, aun que no sean tan
preciosos como los desearíamos los más románticos e idealista…
Y de esto deseo hacer una
pequeña reseña, de ese papel flexible que vivió y reflejó en sus obras el autor
que citamos. Nacido y educado en un mundo mayormente modesto y romántico, nieto
de esclavo y buscador humilde de la libertad y la educación como su conocido
Tolstoy: inteligente y tímido, pacifico y culto, busca suavizar los tirones y
relámpagos de la “tormenta romántica” que ya decaía en Rusia y se había
extinguido en Europa, para aceptar con adaptación higiénica y terapéutica, una
nueva epidemia que ya era ley estilística en los países adelantados del sur…
La invasión de la realidad, del
Realismo, de ver lo que hay y no
poder ni querer ver mas… el positivismo, la ciencia, la técnica, la industria,
las maquinas, la ciudad de proletarios y el salario del hambre se hacían paso
entre nobles caducos y burgueses mercantiles…
Y entre todo este maremagnun
que llevaría cambios, revoluciones y guerras… El Duelo, una obra corta pero densa, de pocas personas pero de
muchas crisis, de tipos mayores que se enfrentan con cambios aun mas mayores
para sus cortas filosofías… todos fallan… todos aprenden, todos pasan sus
crisis y nadie muere… triunfa Chéjov… y tu si quieres leerle en clave de conflicto
social y no de aventura…
El Romanticismo de unos tipos extravagantes se enfrenta y cae en
duelo, derrotado y obsoleto ante el Realismo
de una época finisecular que hasta esos rincones de Rusia llegaba, tarde pero
llegaba, implacable como las olas del pintor romántico que mas admiraba el
propio Chéjov, Iván Konstantínovich Aivazovsky, 1817-1900… pero que sucumbiría
ante las estampas realistas de ese otro malogrado maestro ruso realista que fue
Alekséi Kondrátievich Savrásov,
1830-1897.
Curioso que sus estilos fueron
contrarios y sus éxitos y vidas tan contradictorios…
¿Qué no sabes esas historias?,
bueno si esto te interesa deja de ver esas programaciones de cocina en tu TV y
date una vuelta por las bibliotecas y los museos… no engordan, cuestan menos
que los restaurantes… pero alimentan mucho mejor el intelecto y el espíritu…
del ser humano…
Las imágenes que acompañan son
de estos magníficos pintores rusos.
Escrito por: Javier Morera
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