En su séptimo libro que lleva
por titulo: “HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE” y a lo largo del
capitulo trece, como en otros diversos momentos de toda la obra, se observan
situaciones, climas, ambientes… en los que Harry y todos los personajes se
sienten mal, incómodos, desilusionados, deprimidos… tristes… sin ilusión y sin
esperanza…
También cuando los diversos
protagonistas deben portar en su cuello un “guardapelo” que se supone conlleva
un estado de tristeza y poca fuerza para afrontar los problemas…
En definitiva, la autora, J. K.
Rowling nos está expresando para que lo tengamos siempre presente, la
importancia incuestionable de los ambientes… lo que nos ayuda o lo que nos
estropea un determinado clima, una música, unas miradas cariñosas, una sonrisa
amigable, un saberse apoyado y valorado… Lo bonito que es sentirse querido y
sin condiciones… saber que gustas, que confían en ti y te valoran y te
aprecian… y te comprenden y te recuerdan… y te defienden y te acompañaran
siempre…
¡Una verdadera suerte o la
mejor fortuna del mundo, saberse querido!
Por esto en la obra que nos
ocupa, para crear esa atmósfera negra y desoladora, los ambientes y las
influenzas son malos, negativos, perseguidores, acosadores… y eso es hacer el
infierno y provocar la malísima actitud en todo y para todo de los
circundantes…
Os pongo un fragmento, pero si
estáis soportando mala temporada cuidado, mejor dejarlo para otros tiempos más
favorables…
“Absorto en esos pensamientos, tardo un poco en percatarse del
intenso frío que empezaba a envolverlo, como si estuviera adentrándose en la
niebla. A cada paso que daba hacia mas frío, un frío que se le metía por la
garganta y le lastimaba los pulmones. Y entonces sintió que una gradual
sensación de desilusión y desesperanza se propagaba por su interior…
“Dementores”, pensó.
Cuando llego al pie de la escalera y torció a la derecha,
apareció ante él una escena espeluznante: el oscuro pasillo de las salas del
tribunal estaba atestado de seres de elevada estatura, vestidos de negro y
encapuchados, con los rostros ocultos por completo; su irregular respiración
era lo único que se oía. Por su parte, los aterrados hijos de muggles a los que
iban a interrogar estaban sentados, apiñados y temblando, en unos bancos de
madera; la mayoría de ellos –unos solos y otros acompañados por la familia- se
tapaba la cara con las manos, quizá en un instintivo intento de protegerse de
las ávidas bocas de los dementotes. Mientras estos se deslizaban una y otra vez
ante ellos, el frío, la desilusión y la desesperanza reinantes se cernieron
sobre Harry como una maldición.”
Escrito por: Javier Morera
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