Ya estamos en otoño. Puntualmente nos ha tomado el relevo a esa estación de luz y calor que fue el verano. Los cielos se nublan y las lluvias nos saludan con su alegría vivificante.
Todas las estaciones son bellas y cada una tiene su color y su encanto… el otoño es propicio para retirarse a lugares recogidos y descansar, meditar, leer y pensar… El otoño nos pone más románticos a los románticos y nos invade la nostalgia, los recuerdos, la melancolía que es nuestro síntoma más identificativo…
Las “Hojas Amarillas” de Bécquer… que nos hablan por todos los rincones donde hubo árboles verdes hace unos días…
Machado en su
tercera estrofa de “Otoño”, nos dice
lacónicamente…
En el lagar, rojo vivo;
Agua en la pera madura,
Oro en los chopos del río.
Ramón
de Campoamor, en su poema de las “Estaciones”, nos resume la vida con su fácil y ágil pluma…
Joven, pensé, pero pensaba en vano;
ya viejo, no sé amar lo que amar quiero.
Trae rosas abril, fruto el verano,
hojas secas octubre, escarcha enero.
Tal es la fuerza del destino humano;
lo que ha de ser después, nunca es primero,
espera la niñez, el joven quiere,
piensa el adulto, y la vejez se muere.
No podría entenderse el verano de frutos sin la primavera de flores y amores… Tampoco sería posible concebir el invierno desolado y yermo sin una preparación mística y concentradora como es el otoño…
Los románticos vivimos este periodo como escenario de nuestro corto y difícil paso por una vida y por una cultura que nos es demasiado material y demasiado rápida… demasiado competitiva y demasiado del triunfo y del éxito…
Leyendo a Chateaubriand, en su obra casi autobiográfica que titula “Rene”, nos encontramos con su cita con
recuerdos y lugares… en otoño… no podía ser de otra manera…
“Todos los años, a la entrada del otoño, iba a la casa de mi
padre, situada en medio de un bosque y a la inmediación de un lago, en una
apartada provincia”.
Ha llegado el otoño… es momento de recogerse, meditar, leer… y citarse con la mística figura de nuestro pasado, que nos recuerda nuestras cuentas pendientes.
Os invito a recordar el post de
aquél poema entre generaciones del lejano 2014: EL PUENTE ENTRE LAS GENERACIONES…
¡Hay que recoger la leña de los afectos para calentar ese invierno que nos amenaza!
¡Feliz otoño… entre libros!
Escrito por: Javier Morera
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