Entre ausencias de nuestros
contertulios por “vacaciones” y trabajos que nos ocupan a los que quedamos “de
guardia”, nuestra Asociación se defiende como puede de los “imprevistos” del
verano…
El pasado jueves se cumplió la
sesión dedicada a la película de 2002 de la saga “Bond” que lleva por titulo: “Muere otro día”…
Como es costumbre, se
analizaron y comentaron muchos temas… muchos detalles y aspectos curiosos y
algunas situaciones tanto políticas como económicas que a principio de este
siglo, aun joven, nos planteaban asuntos que ahora vemos totalmente
desarrollados… el conflicto entre Estados Unidos de América y Corea del Norte,
los adelantos incontrolados de la Biotecnología, la tensión de una segunda “Guerra
Fría” entre bloques…
Tanto se puede desmenuzar y
tanto se puede inducir desde estos guiones, que parecen simples desde lejos,
que sería prolijo recrear una sesión de tres horas en un pequeño articulo de
blog… pero uno de los temas que dio mucho debate y aquí resalto, fue el grave
problema de la traición en general y la muy delicada y mortífera traición entre
los espías y gente del secreto.
Los agentes secretos saben que
tienen que cuidar especialmente sus contactos, sus mascaras y sus códigos… ya
que son buscados para descubrirlos y eliminarlos… Todos queremos vivir entre
mundos fieles y leales que no nos “engañen” y donde nuestra intimidad sea
preservada… Las leyes de protección de datos… los castigos por sus
incumplimientos, son cada vez más actualidad… más severos… más cotidianos…
Cuando nos sentimos
traicionados, muchas cosas nos ocurren, aun cuando no seamos espías de alto
nivel… La traición es vivida como un ataque a lo más primitivo del ser humano y
aparecen una mezcla de sentimientos que pueden derivarse hacia una mayor
intensidad en una u otra dirección de la emoción según la persona, sus
aprendizajes y las posibilidades de expandir cada sentimiento.
Aparece primero el dolor…
inmenso y cortante de nuestra tranquilidad… se abre la herida, la brecha entre
el traidor y el traicionado… difícil de reparar de cicatrizar…
Después nos invade la rabia,
emoción que se une con iras y furores, con agresividad y violencia… que se
organiza en venganza o explota generalizada e irreflexiva como un volcán que
salpica por todas partes…
Por ultimo, para distanciarnos
de todo y no ser tan conscientes de todo el drama, aparece la decepción. Con
ella nos retiramos, dejamos de confiar, nos escondemos de la vida y menguamos
nuestra autoestima y reducimos la intensidad de las motivaciones…
El resultado de la traición es
una regresión psicológica del humano…
Lo contrario nos engrandece y
valora cuando nos brindan lealtad y garantías de constancia… el apoyo, la
solidaridad que tanto nos gusta citar hoy, pero tan poco se enseñan y tan
escasamente se practican…
Afortunadamente James Bond es
un súper y nos da modelo de resurgir otra vez de sus cenizas… como Fénix que
siempre es…
¡Quien contara con sus dotes
mentales y su autoestima!..
Escrito por: Javier Morera
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