sábado, 4 de mayo de 2019

EL SIMIL DE LA ISLA O LO IMPOSIBLE DE TENER ESPACIOS LIBRES


Estamos en una sociedad tan densa, tan masificada que ya no existen los lugares solitarios y aislados… Te los ofrecen como producto de vacaciones, de ocio, de libertad… lo cual es paradójico… ¿Cómo puedes ir a descubrir algo tan desértico y salvaje que a su vez esta comercializado? ¿Cómo puedes ir a perderte o a escapar del mundo a un recinto encontrado, anunciado, civilizado y explotado por una empresa internacional?... La mayor parte de las veces, prohíben y limitan el acceso a los oriundos de esas tierras para que unos pocos privilegiados que pagan bien puedan jugar a ser los afortunados de esos “paraísos”… prostitución de paisajes y de geografías… ilusión de seguidores de películas y comic… pero siempre con abundante dinero…

Mentiras y mas mentiras que pronto podemos desenmascarar con un poco de sentido común o preguntando el precio… ¿Hotel mas caro? Pues habitación mas grande… ¿playa mas barata?... entre otros problemas, mas hacinamiento…

Hasta los “malos” de las películas tienen problema para encontrar su cuartel en el bosque o en el desierto, aislados del mundo y de las miradas del poder oficial…

Lo que si pueden cambiar los métodos para conseguir ese reducto donde estar separado y hacer tu voluntad… En la primera película de la serie Bond, de 1962 que todos sabemos que era “Contra el Doctor No”; este malísimo personaje se busca una isla entre fronteras de políticas hostiles y crea un misterio para los pescadores y curiosos de un “dragón” que arroja ruido y fuego… Se consigue cierto efecto aunque un avispado y valiente Sean Connery en su primera interpretación de James Bond, descubre que el dragón tiene motor y ruedas… y claro está, mata para mantener su terror sobre los intrusos…

Cincuenta años más tarde, en la cinta Skyfall, interpretada por Daniel Craig, también este Bond es conducido a una isla fronteriza y desierta que se emplea para base de operaciones del “malo” de esta película… y nos cuentan que consiguió dejarla vacía anunciando un escape de gas venenoso que contamino la isla… Evidentemente es mentira…

Podemos deducir muchas cosas… No hay lugares desérticos… salvo los que son casi inhabitables… Si hay lugares tranquilos, casi siempre acotados para usos privados de propietarios…

Así que o entras al bar donde soportas la retransmisión deportiva del día y los gritos de los camareros o sales a la terraza, a diez centímetros de los otros clientes y compartiendo con ellos su tabaco, su conversación y su perro…

Me voy a un monasterio, al claustro… pero igual me hacen monje antes de que me de cuenta…


Escrito por: Javier Morera

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