Esta semana hablaremos de un
relato corto de Antón Chéjov que se titula Un Pingajo, escrito en 1885.
Lo leemos en unos minutos ya
que pertenece a esa maestría de Chéjov de decir mucho en pocas líneas y de
darnos tema de mucho debate en pocas páginas.
Casi podríamos decir con
Baltasar Gracián que “lo breve si bueno, dos veces bueno”… que preferimos los
relatos cortos que dicen mucho en poco, a los que para decir lo mismo o menos,
emplean mucho… distribuyendo tan excesivamente el significado que se pierde en
densidad y certeza, apoyándose en mil pequeñas anécdotas insustanciales al tema
que nos dispersan y a la postre nos pierden o nos cansan…
Chéjov, como medico que fue,
usaba su pluma virtuosa como sus intervenciones quirúrgicas, procurando que el
trauma de la cura fuera el menor posible, pero su alcance terapéutico resultara
el mejor deseable…
Y así, en este relato nos abre
una ventana para mirar el gran tema social de la fama, de la vanidad, de las expectativas,
de la soberbia, de los medios de comunicación de masas y su influencia sobre la
sociedad… de los poderes fácticos que algunos tienen sobre los medios de
comunicación…
Y al fin nos damos cuenta de
que el poder te hace poderoso… engreído… altanero… pero el poder se te puede
quitar por otro que tenga mas que tu… y el antes poderoso que ahora no lo tiene
pasa a ser lo mas bajo, lo menos querido, lo peor, la basura… no solo lo
inútil, sino también lo odiado, despreciado…todo lo que fue envidiado y
alabado, se convierte en ofendido y vejado… ¿Qué será del odiado y temido
dictador sin su guardia pretoriana?...
La antigua estatua de
magnificencia elevada en su pedestal, se arroja, se quiebra y se utiliza como
vil cantera para hacer piedra que todos pisarán en la calzada publica…
Lee el relato… piensa… nosotros
lo comentaremos el jueves…
Escrito por: Javier Morera
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