Cuando deseas comunicar una
información que consideras importante, te planteas, como intelectual, como
persona instruida y culta, muchos documentos, muchos autores, libros, citas,
fechas, datos… Recorres y recurres a los que lo han descubierto, comprobado y
hasta algunos de los detractores y críticos, para que nadie te acuse de no prestar
atención a los que niegan o dudan de esa información…
Aturdes al publico o receptor
con toda la información… bombardeas, asolas, asombras, apabullas… ¿aburres?...
¿cansas?... ¿convences?...
La inmensa mayoría de las veces…
NO.
Nada.
Cuesta menos levantarse de la
silla que olvidar lo que le hemos “atornillado” durante varias horas de
adoctrinamiento académico…
Y el emisor que tanta ilusión
pone en el empeño, queda, al ver su poco resultado… triste, cansado, abatido,
frustrado…
Pues aun hay una situación
peor… cuando se te ocurre preguntar, como ocurre en los exámenes o en alguna
encuesta, al terminar la exposición…
Entonces, con los datos en la
mano, te das cuenta de que no solo no lo han atendido, entendido, aprendido…
NO… lo peor es que lo han “atribuido” al revés, al contrario, han conseguido el
efecto opuesto, adverso al que se pretendía…
Seguro que recuerdas un montón
de obras que han tenido ese fracaso… Don Juan Tenorio, de Zorrilla… El
Nombre de La Rosa, de Eco; Parque Jurasico, de Crichton… Sin
contar con los grandes relatos como la Biblia, La Iliada, la Odisea,
las tragedias griegas clásicas… la Pasión de Jesús de Nazaret…
Tal vez el problema de
comprensión se deba a lo abigarrado y complejo de los textos… que nos pierden
con tanto superfluo y no sabemos resumir y quedarnos con la moraleja, el poso
importante y educativo que todas estas obras magnificas encierran o nos quieren
transmitir…
Tal vez les falta la claridad
de formulación que Ferrán Ramón-Cortés nos enseña en su sencillo libro: La
Isla de los Cinco Faros…, concretamente en ese primer faro en que nos
recomienda que el mensaje importante sea único…
Tal vez el problema sea que
estamos tan acostumbrados a las múltiples explicaciones y variables… a esta
culpación tan teodicea… que luego todo es sociodicea, (como nos dice Salvador
Giner en su libro Sociología del Mal), en
camino hacia una utopía que siempre termina confundiéndonos…
Mi consejo es lee, aunque no
comas, pero lee… esperemos que sepas hacer la digestión de lo que lees como se
resuelve con los alimentos… sin enterarnos… Pero… lo de las cogniciones y el
intelecto no parece tan automático…
Escrito por: Javier Morera
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