Cuando empezamos a cazar animales más
peligrosos y poderosos que nosotros, se nos ocurrieron las trampas… los cebos,
los señuelos, la astucia del engaño… ser mas inteligente que el otro, si el
otro es más fuerte, puede ser la solución… David y Goliat.
Luego, con ese estupendo invento que es
la guerra entre congéneres, la trampa fue parte del arte de la estrategia… y se
ha llevado a límites impensables con el espionaje y la simulación, que nos
pueden volver locos…
Mucho mas cerca de nosotros, esa nube que
todo lo infecta y que ha contaminado nuestra sociedad y nuestra cultura… que se
llama publicidad… es la trampa total… la ratonera que nos hace caer en el
consumismo y otras formas de idiocia de los desarrollados occidentales…
Y seguimos con las trampas para cazar
infractores del Código de Circulación en la carreteras… y trampas para los
ladrones… y policías infiltrados como trampas vivas en redes del mundo
delincuente…
El problema es cuando nos acercamos tanto
que vemos hacer trampas en el deporte (con uso de drogas), en la política (los
celebres tránsfugas) en las bajas médicas para las situaciones laborales… en
los jóvenes estudiantes que hacen “chuletas”… en las relaciones de amistad, de
familia, de amor…
Sí, hoy, empieza a parecernos normal,
incluso “bien”… el tramposo tiene éxito… mete gol, se libra de la justicia por
falta de pruebas, burla al mundo…queda
como “listo”… ¡triunfa, asciende, vence, se reproduce y prolifera!...
El problema es cuando un día nos están
operando del corazón y el cirujano… o el piloto que pilota nuestra aeronave…
está allí sin saber demasiado… mediante una trampa… entonces puede que
invoquemos con la mano en el pecho un respeto y una valoración por el honor y
la honradez... entonces echamos en falta lo claro, la verdad y no el entramado
de trampas con el que hoy convivimos… falso… trampa de tramposos… donde solo
caemos los que no hacemos trampas…
Escrito por: Javier Morera
No hay comentarios:
Publicar un comentario