El pasado día 11 de diciembre, como todos los años,
celebramos el día internacional de las montañas. En esta ocasión, el lema o
asunto propuesto era: la restauración de los ecosistemas de
montaña. Todo un problema… o un reto, como nos gusta llamarle ahora a
nuestros trabajos pendientes con el mundo natural.
La montaña, es esa parte relativamente amplia de la
superficie del planeta, que además de estar “emergida” de las aguas, es elevada
y abrupta sobre si misma y que para algunos de los humanos nos es especialmente
atractiva.
Las montañas han pasado por muchas épocas para el interés de
las diferentes culturas y civilizaciones…
Desde que eran moradas de los dioses para clásicos y mitologías… hasta
cuando eran, en el siglo XIX el paraíso místico e inaccesible de los románticos…
En el siglo XX se conquistaron de forma técnica… luego la moda deportiva y ya
por nuestras vidas actuales, es reto y meta de “aventura”, “experiencia”,
“triunfo”…. Para mostrar en una foto que “enumere” y divulgue nuestras
conquistas… más propias de un presumido “Don Juan” que de un esforzado y tenaz
amante de esas pendientes y soledades.
Uno de los modelos de montañero y tenaz conquistador de
cimas y caminos ha sido, en el siglo XX, el austriaco Reinhold Messner. Nos ha enseñado a luchar contra los
inconvenientes, a controlar sus miedos y fracasos… Nos ha demostrado que se
puede subir a los “ocho miles” sin oxigeno, en solitario, sin ayudas y sin
caminos trazados… Ahora, con casi 80 años, nos cuenta su angustia… Ya no se
puede ir a las grandes montañas sin estar en filas, soportando esperas,
basuras, campamentos y exceso de anclajes y materiales que se convierten en
despojos y residuos abandonados sin ser necesarios….
En su libro “Salvemos
las Montañas”, nos escribe pocas cosas de muchos problemas que sus expertos
ojos han visto en sus últimas épocas… y nos anuncia un final de aquellos
tiempos donde la montaña era un mundo de soledad, silencio y concentración… Nos
anuncia lo que se ha perdido… y nos advierte de lo que viene… la prohibición,
la limitación… o tal vez, la destrucción… Las montañas, como los océanos, nos parecían
inmensas e infinitas… pero hemos encontrado sus límites y su agotamiento por el
abuso consumista de nuestra ansia depredadora.
Unas citas…
“En la montaña, el turismo destruye precisamente aquello que busca
en ella.”
“No soy un ecocondriaco, simplemente se que los únicos reguladores
que pueden retornar la tranquilidad a las montañas son la privación y el
peligro. Si continuamos con la actual manía de evitar cualquier tipo de riesgo
en la montaña, se hará necesario restringir la escalada, el senderismo y el
excursionismo. No tanto porque las personas que los practiquen sean
irrespetuosas con el medio ambiente, sino porque simplemente son demasiadas.”
“Escalar montañas no se reduce al ascenso y al descenso. Resulta
especialmente intensa la experiencia de alejarse de la vida cotidiana. Nos
sentimos compelidos a mantener la presencia y la atención en el instante
presente y a limitar las necesidades. Esta concentración en los propios
movimientos y al mismo tiempo en el entorno hace que nos podamos fusionar con
el microcosmos y el macrocosmos. La suma de atención constante, esfuerzo y
renuncia al lujo hacen del alpinismo una fuente de satisfacción, algo esencial.”
Escrito
por: Javier Morera
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