viernes, 30 de octubre de 2020

LECTURAS Y TIEMPO


Parar, mirar, atender, observar, buscar, entender, cuestionarse, reflexionar, relacionar… Volver a leer, releer…

¡Vamos tan rápido!

Hubo un tiempo en que se planteaban si viajar en tren podría ser malo para la salud, ya que la velocidad de este caballo de hierro, tan artificial para nuestra naturaleza y sus posibilidades, parecía o podría hacer pensar que afectaba patológicamente a nuestros sistemas biológicos y psicológicos.

Luego llegó el automóvil con sus velocidades y exigencias de conducción… y el avión que nos cambia sin tiempo a geografías y climas antes de que nos asista la suficiente capacidad de adaptación.

La naturaleza y en particular la psicología, necesita tiempo para adaptarse, que es un aprender y evitar los desajustes…

Las diferentes formas de alimentos y sus condiciones de condimentación, también necesitan su tiempo de “acostumbramiento” y no solo por los factores de gusto, sino por las adecuaciones digestivas que hay que “aprender”.

Las estaciones, para los que vivimos en zonas alejadas del ecuador, suponen otro esfuerzo que hay que “asumir” en forma de diferencias drásticas en luz y clima al recorrer el año.

No es diferente el libro. Cada uno y para cada lector y para los diferentes estados de éste, precisa su velocidad… Unas hojas para presentarse, unos capítulos para entender la trama, el camino, los personajes… la crisis, el desenlace…

Al final, tras cerrar y dar fin al texto, empieza la comprensión, la digestión de toda la historia, las evocaciones de otros autores y narraciones que son próximas, las diferencias con los comparables… las esperanzas cumplidas y las sorpresas no previstas… el recuerdo que empieza a nacer, irá desarrollándose y evolucionando, para dar lugar a resúmenes, criticas, alabanzas, reseñas y citas…

Lectura, velocidad, subjetividad, recuerdos… Tiempo…


 

Escrito por: Javier Morera

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