Este año para celebrar la
fiesta del libro en su relación con el admirado Shakespeare, tenemos propuesta una de sus tragedias menos
conocidas, menos afamadas, menos representadas, menos elogiadas… Coriolano.
Como tragedia es clara, precisa,
perfecta.
Cumple con esos aspectos
principales de la tragedia; su final es previsible, su cumplimiento es mortal.
El héroe puede decidir ser o no ser… y decide el sacrificio…
Es una de las ultimas obras
escritas por Shakespeare, completa y rica en personajes y escenas, en ambientes
y prototipos, en crisis y decisiones, en pasiones y razones…
¿Cómo no es más conocida?
¿A quien no le gusta?
¿A quien molesta?
Ese experto mundial y admirador
de Shakespeare que fue Jan Kott, tenía
mucha razón cuando en los años sesenta del siglo veinte decía que esta obra no
gustaba a nadie… molestaba a todos… tanto a los que creen en la dirección
absolutista en cualquiera de sus formatos, como a los que defienden la
dirección desde el pueblo y los plebeyos.
Una pena que cuando te afectan
a tus creencias, te molesten y ya no puedas aceptar el valor intrínseco de la
obra… o tus prejuicios neuróticos en forma de “apercepción tendenciosa” como decía
Adler, te impidan ver y disfrutar de
un mensaje tan valioso como modelo de estructura personal y como pieza artística.
Curioso que Shakespeare supiera
sacar tanto provecho a esa traducción al idioma ingles contemporánea suya de Plutarco.
Curioso que solo a grandes
pensadores como Schiller gustara
esta obra compleja de poder y sociedad…
Triste que al margen de
nuestras identificaciones inmaduras con el héroe, no sepamos admitir esa gran
manera de escenificar y estigmatizar los problemas de la vida humana que tiene
en general el teatro y en particular Shakespeare
Escrita por: Javier Morera
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