Esta semana le dedicamos
nuestra amable tertulia al querido Mariano José de Larra. Empezamos con su
recuerdo de esa biografía tan corta y malograda que aun así nos ha dejado
muchas de sus ideas inteligentes y criticas sobre sus vivencias y opiniones.
Con cada uno de los dos
artículos que nos propusimos en el encuentro, comentamos nuestras reflexiones y
aportes. Pronto cualquiera de los circunstantes comenzaba a dar vueltas, círculos,
giros de sentido y percepción para ir encontrando en sus concéntricas
distinciones alguna de las posibles causas idiosincráticas que fueron origen en
el sentir de Larra para expresar sus opiniones y observaciones de una sociedad
y unas dinámicas que entendía, pero quería cambiar y educar con sus modales de
ilustrado e idealista.
Nos acercábamos al corazón de
Larra… nos acercábamos al pensar de Larra… Círculos descendentes hacia el
epicentro de una persona…
Al momento, nuestras palabras
se dirigían a relacionar los grandes temas y sus subterráneos argumentos, con
teorías de pensadores. Aparecían las modas y las escuelas de literatura, de
periodismo, de gustos y de época… Se citaban autores y filósofos… Hegel como
antecedente, Jovellanos de coetáneo, Ortega y Gasset como consecuente… idealismos
de importación en romanticismo de corriente y sociologías de exportación con
psicología y psicoanálisis de remota carambola en los juegos casi
imperceptibles del devenir contagioso de las ideas escritas, publicadas,
leídas, aceptadas…
Salíamos trazando círculos que
se abren, ondas que se expanden, fuerzas centrifugas que eclosionan como
electrones excitados en capas que les son ajenas… Círculos crecientes y
abiertos que invaden lo por venir y alteran la futura genética de las ideas que
aun no se han creado…
No podemos hablar con Larra.
Hablar de Larra es relacionar nuestras neuronas y trazar círculos como si fuéramos
ebrios… pero de inteligencia.
Escrito por: Javier Morera
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