“-¡Mi querido, mi
querido Norland! –dijo Marianne mientras vagaba en soledad ante la casa, en la última
tarde que iban a pasar allí-. ¡Cuándo acabará mi desdicha por ti! ¡En qué otro
sitio me sentiré en casa! ¡Oh, casa de alegrías, si supieras lo que sufro ahora
que te veo desde esta perspectiva, desde la que probablemente no te veré nunca más!
¡Y vosotros, los bien conocidos árboles…! Vosotros continuareis igual. ¡No
caerá hoja alguna por nuestra partida, ni una rama quedará inmóvil a pesar de
que no podamos observaros más! ¡No,
continuareis igual, inconscientes del placer o de los lamentos que provocáis, inconscientes
de cualquier cambio que haya en aquellos que caminan bajo vuestra sombra! Pero,
¿quién se quedará para disfrutaros?”
Este bello párrafo del capitulo
V de Sentido y Sensibilidad de la romántica autora Jane Austen, nos hace pensar
en la visión nostálgica de una joven que deja un lugar querido y bonito al que
está totalmente unida y sensibilizada, enamorada…
Ahora el problema actual es que
nosotros nos quedamos pero los bosques se queman, desaparecen, los eliminamos…
En los años 60 nuestra TV emitía
campañas que los mayores recordamos: “Cuando un bosque se quema, algo suyo se
quema”…
Luego nos dimos cuenta, en los
80 que era algo nuestro y que no les llegaría ni a nuestros nietos… solo basura
y contaminación…
Siberia, Amazonia…
Ahora debemos decir con la
Ecosofía de Arne Naess: ¡Cuando nuestros bosques se queman, nos quemamos con ellos!
¡Nos quemamos en ellos! ¡Nos consumimos en una forma de vida que solo ha sabido
generar formas de muerte…¿esa es la evolución? ¿Ese es el progreso? ¡Qué
vergüenza!
Escrito por: Javier Morera
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