sábado, 17 de agosto de 2019

ANALOGÍAS CURIOSAS QUE HACEN PENSAR


En el acto primero de la obra de Oscar Wilde: “UN MARIDO IDEAL”, nos encontramos con unas personas en un salón de finales del siglo XIX, en animada conversación, que creada y escenificada por el genial autor ingles, nos trasladan a unas lecciones de cinismo burgués e inteligencia de paradojas que tan astutamente y con su florida elegancia nos acostumbra a regalar Oscar.

Los acontecimientos de la obra van a ser serios y casi trágicos, al menos dramáticos, pero, hoy, yo, no quiero ir tan deprisa ni llegar tan lejos, se lo dejo al lector para que disfrute de estas frescas desarmonías sociales en estas tardes de pesado verano, donde todo parece abrumante y fatigoso…
Hoy quiero parar la atención en un insignificante comentario que una de las protagonistas de la obra, Mistress Cheveley, mujer inteligente y seductora, lanza como distracción y excusa al anfitrión del salón donde ha sido recibida…

“MISTRESS CHEVELEY. –¡Oh! ¡No me preocupa la temporada londinense! Es demasiado matrimonial. La gente se dedica a cazar maridos o a esconderse de ellos. Yo quería conocerlo a usted. Es completamente cierto. Usted sabe lo que es la curiosidad de una mujer. ¡Casi tan grande como la de un hombre! Quería conocerlo a toda costa y...pedirle que hiciera algo por mí.

SIR ROBERT CHILTERN. –Espero que no sea poca cosa, mistress Cheveley. Las cosas pequeñas son muy difíciles de hacer.

MISTRESS CHEVELEY. –(Después de un momento de reflexión.) No, no creo que sea poca cosa.

SIR ROBERT CHILTERN. –Me alegro. Dígame lo que es.

MISTRESS CHEVELEY. –Más tarde. (Se levanta.) Y ahora, ¿puedo pasear por su bella casa? He oído decir que sus cuadros son encantadores. El pobre barón Arnheim..., ¿recuerda al barón?..., solía decirme que tenía usted algunos Corot maravillosos.”

Si el escritor fuera un “llena páginas” sin importancia… si la obra fuera una película de esos directores que con un desnudo llenan y explotan un titulo… pero hablamos de un genio ¡Wilde! en una de sus mejores obras… cargada de sentido y significado hasta donde queramos y podamos llegar… por lo tanto, queridas amigas y amigos, hay que plantearse como es y cual es la causa de que nuestro experto en estética y conocedor de tantos maravillosos artistas se plantee nombrar entre sus admirados a este gran pintor francés casi coetáneo suyo…

Hasta aquí, puede ser mi comentario… Inducir a prestar atención a dos genios que se cruzan en estas líneas…

Por si el calor te hace lento y no te ha interesado la curiosa cita, te diré que pienses…

¿Qué analogías se podrían encontrar entre el “dandy ingles” de cuando escribe esta obra, 1893 con el pintor francés Corot (1796-1875)?... ¿Le gustaba a Wilde este paisajista?...

Si analizas o ya conoces y recuerdas las vidas de ambos, veras claras similitudes… nacen en una tendencia… se educan mas de lo que es normal en sus épocas… viajan a Italia… se enamoran de la belleza, del color, de la luz… disfrutan de la naturaleza y de las “caras bellas”… y tantas cosas mas y mas…
Los dos tienen que luchar contra culturas que los han formado y luego los perjudican por sus hipocresías y tradiciones que ahora llamamos del XIX… pero que siguen vigentes…

Ya no sigo… tienes el mundo por delante… dos artistas maravillosos y cientos de paginas y oleos para descubrir el arte genial grafico o literario de dos genios poco valorados…

O déjalo todo… ¡con este calor!… la siesta… y luego una buena película de acción con muchos, muchos efectos especiales… Verano mental vacaciones por pérdida de neuronas...

Nota los oleos que ponemos son de Corot, el primero de 1830 y el segundo de 1864… el cambio es notorio como si se tratara de la cara del protagonista mas famoso de Wilde, Dorian Gray.



Escrito por: Javier Morera

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