Leer tiene muchas ventajas. Si
lees un libro, una historia, siempre estas centrando y contextualizando unos
personajes, los intentas entender y hasta exculpar en sus conductas mas
extrañas e incomprensibles… aplicas la psicología que sabes y la sociología que
conoces… Luego te centras en los momentos históricos donde se desarrolla la
acción, donde viven y sufren los protagonistas… Y así actualizas la Historia,
la Geografía, hasta la Antropología cultural de esas fibras sociales que traman
sus vidas y sus intrigas…
Si lees esta cita del capitulo
III de la Primera parte de la obra “Edad Prohibida” de Torcuato Luca de Tena,
enseguida te animas a entender donde están y como eran aquellos tiempos… y
aplicas… y explicas… y entiendes… y te gusta…
“Anastasio había
renunciado desde pequeño a buscar el porqué de muchos secretos. Sabía que había
cosas inexplicables sobre las que no valía la pena meditar ni averiguar la
causa. Eran de esta manera y no de otra «porque sí». ¿Por qué habían matado a
su padre? ¿Por qué? ¿Por qué había guerra?”....
Mas adelante, en esta larga
obra del académico español del siglo XX, nos encontramos con un párrafo muy
curioso donde el autor nos esta dando toda una reflexión de cierta corriente filosófica
de esos tiempos… ¡Seguro que ya lo sabias! Por eso es bueno leer, ya que nos
enteramos y entendemos mas y mejor del mundo… no solo del actual… también de
los pasados y lejanos…
“Durante mucho rato,
rieron, saltaron, hicieron ejercicios gimnásticos, nadaron, bucearon, hasta que
pasada una hora larga, el embromado pidió que cesara la broma y le acercaran la
ropa a la orilla, pues estaba claro que para vestirse no iba a atravesar la
playa en cueros vivos. Enrique replicó que si no lo hacía era un cobardica, y
que al que le acercara la ropa le partía la cara. Como las opiniones se
dividieron, y algunos, más sensatos, opinaban que las bromas pesadas debían
reservarse para los que no eran amigos, Enrique expuso con toda seriedad y
formalidad, como quien desarrolla una teoría desde la cátedra, que cada día
debía estar marcado con el signo de algo extraordinario; pues en caso
contrario, la vida no merecía la pena de vivirse.
Y le había tocado el
turno de víctima a Javier (que así se llamaba el despojado de sus vestiduras),
lo cual era una lástima, por la desgraciada circunstancia de ser amigo
entrañable de todos. Pero que el hecho fortuito de la amistad no podía en modo
alguno influir en variar «la órbita natural de los acontecimientos» y que la
broma debía seguir su curso hasta el final. Javier debía, pues, escoger entre
irse a su casa atravesando la ciudad tan desnudo como había nacido, o
permanecer en el agua hasta la muerte.
—Es el destino,
Javier. No puedes eludirlo. Hoy te ha tocado a ti”.
Y lo único mejor que leer un
buen libro… es poder compartir con buenos tertulianos, cultos y amigables, las
muchas cosas que cada uno sabe y todos aportan… con la agradable sonrisa del
placer compartido… e inteligente…
Y recuerda que en esas edades
tan complicadas de la adolescencia, lo mejor es leer para poder “vivir” tantas
experiencias y aprendizajes que vienen en los libros… Los libros son decisivos
en las edades decisivas… y siempre.
Escrito por: Javier Morera
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