Esta semana en la que estamos,
nos citaremos para comentar un libro escrito por un romántico, pero no de los más
típicos de esa literatura de caballeros y hazañas… Trataremos a Edgar Allan Poe
en su novela “LAS AVENTURAS DE ARTHUR GORDON PYM, que como todos sabéis es un clásico
de este autor de relatos y fantasías… También una obra muy conocida y querida
por muchos.
Las aventuras se suceden y los
problemas y vicisitudes del protagonista también. Hay sucesos posibles y otros
inverosímiles… Te encuentras con lugares reales y otros imaginados… Y
especialmente aparecen un buen número de circunstancias penosas y de miedos que
hoy tenemos catalogados y que parecen recorrer el tratado de semiología
psiquiatrica de una buena asignatura de Facultad Universitaria.
Tanto es así, que no seria
recomendable su lectura a personas frágiles emocionalmente, para evitar
posibles contagios o simpatías con los síntomas que tanto les afecta a los
llamados hipocondríacos.
En el capitulo XXIV, que se
titula ¡EVADIDOS!, nos encontramos este párrafo que copio:
“Hasta los cuatro o cinco primeros escalones todo fue bien, pero
pensando luego en la inmensa altura que aún tenia que recorrer, en lo frágil de
las clavijas y en lo resbaladizo de los agujeros, por mas que traté de mirar
fijamente la pared, sentí que no podía sostenerme mas. Sucedió a mis
reflexiones la crisis de la imaginación, tan temible en casos de esta
naturaleza, la crisis en que llamamos a nosotros las impresiones que deben
hacernos caer, figurándonos el dolor de estomago, el vértigo, la resistencia
suprema, el sincope y todo el horror de una caída perpendicular y precipitada.
Yo veía entonces que estas imágenes se transformaban por si mismas en
realidades y que todos los horrores evocados pasaban sobre mi. Temblábanme las
rodillas y mis manos soltaban la cuerda: zunbábanme los oídos y me decía: “Este
es el frío de la muerte.” Sentí un deseo irresistible de mirar debajo de mí; no
quería, no podía condenar mis ojos a no ver más que la pared, y por una emoción
extraña, indefinible, de horror y de opresión, mire al abismo.”
Es de suponer, al leer estos
fragmentos, que nuestro escritor conoció bien esta situación, ya que es
descrita con detalle y la clara conciencia de que le ocurre y le va a ocurrir
lo inevitable… O tenía amigos muy sensibles que le contaron estas experiencias…
En esta y otras escenas,
terminas “viviendo” el relato sin la necesidad de ruidos y efectos especiales
que tanto gustan en estas épocas tan de película escandalosa.
Escrito por: Javier Morera
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