Cuando estas leyendo Cumbres Borrascosas por primera vez, te sorprende mucho este capitulo X que tanto cambia la historia de esas familias de las dos mansiones inglesas del siglo XIX…
Es importante comprender como
la autora nos ha preparado en el centenar de paginas anterior para poder
comprender toda la tensión que ha cargado durante años este personaje y como
se constituirá en la pieza y el motivo
clave de todos los muchos cambios que surgirán en el resto de la novela…
La voz de la criada Nelly nos
relata en susurro romántico, como lo hace al nuevo inquilino Lockwood, lo que
pasó y hasta algo de los misteriosos porqués de esta borrascosa trama…
“Pero aquello se acabó. La verdad es que cada uno debe mirar por sí
mismo. Precisamente los buenos son más egoístas que los dominantes. Y aquella
dicha tuvo su fin cuando una de las partes se apercibió de que no era el objeto
de los desvelos de la otra. En una tarde serena de septiembre yo volvía del
huerto con un cesto de manzanas que acababa de recoger.
La tarde oscurecía ya y la luna brillaba por encima de la tapia del
corral pintando vagas sombras en los salientes de la fachada del edificio. Yo
dejé el cesto en los peldaños de la escalera de la cocina y me pare un momento
para aspirar el aire tranquilo y suave. Mientras miraba la luna, oí tras de mí
una voz que preguntaba:
Nelly, ¿eres tú?
El acento profundo de aquella voz no me era desconocido del todo.
Me volví para ver quien hablaba, algo desconcertada, ya que la puerta estaba
cerrada y no había visto aproximarse a nadie a la escalera. En el portal
distinguí una silueta. Acercándome, hallé un hombre alto y moreno, con un traje
negro. Estaba apoyado en la puerta y tenía puesta la mano en el picaporte, como
para abrir.
«¿Quién será? –pensé-. No es la voz del señor Earnshaw.»
-He pasado una hora esperando -me dijo-, quieto como un muerto. No
me atrevía a entrar. ¿Es que no me conoces? ¡No soy un extraño para ti!
La luz de la luna iluminó sus facciones. Tenía las mejillas lívidas
y negras patillas las adornaban. Sus cejas eran sombrías y sus ojos profundos,
inconfundibles. Yo recordaba muy bien la expresión de aquellos ojos.
-¡Oh! -exclamé, levantando las manos con sorpresa, y aún dudando de
si debía considerarle como a un visitante corriente-. ¿Es posible que sea
usted?
-Sí, soy Heathcliff -respondió dirigiendo la vista a las ventanas,
en las que se reflejaba la luna, pero de las que no salía ninguna luz-. ¿Están
en casa? ¿Está ella? ¿No te satisface verme, Nelly? No te asustes. Ea, dime si
ella está aquí. Necesito hablar a tu señora. Anúnciale que una persona de
Gimmerton desea visitarla.
-No sé lo que le parecerá -dije-. Estoy asombrada. Esto le va a
hacer perder la cabeza. Sí; usted es Heathcliff... ¡Pero qué cambiado está! Me
parece imposible. ¿Ha sido usted soldado?
-¡Anda, anda! -me interrumpió impacientemente-. ¡Estoy que no vivo!
Entré, pero al llegar al salón donde estaban los señores me quedé
parada sin saber qué decir. Al fin les pregunté, como pretexto, si querían que
encendiese la luz”…
Hay mucha mas acción que hay
que seguir en la apetitosa lectura de esta obra de una de las hermanas Brontë,
que todos conocemos y nos han legado unas historias de ese páramo tan duro y
tan estricto que ellas vivieron.
Ilustración de
Fernando Vicente
Escrito por: Javier Morera
No hay comentarios:
Publicar un comentario