En ocasiones parece que el
universo nos sonríe… le llamamos suerte… nos sentimos elegidos,
afortunados, mirados por los seres superiores que nuestras creencias o
mitologías culturales nos han interiorizado hasta el tuétano de nuestra
personalidad mas fantasiosa que científica…
Tal vez la suerte solo sea la
percepción engañosa de que nos acoge, por casualidad, una baja probabilidad de
oportunidades… o solo la forma equivocada de entender esa posibilidad en su
ocurrencia, en su frecuencia, en sus correlaciones con nuestras habilidades o
acciones…
Los momentos de fin de año, de
cambios de ciclos, de alteraciones de estado, de viajes… son propensos a
“pensar” e invocar en exceso este fenómeno de la suerte…
Si te dedicas a estudiar y
pensar en conocimientos que llamamos de filosofía, uno de los primeros temas,
tal vez el mas importante, uno de los problemas para los grandes pensadores es
el complejo y profundo concepto de Libertad… la libertad del individuo,
la libertad
del ser humano, la libertad en las sociedades… el gran asunto de educar en libertad
y de educar para la libertad…
¿Es libre cada uno de
nosotros?, ¿somos libres frente a nuestra sociedad?... ¿amamos la libertad
por encima de todo?... ¿Qué precio tiene la libertad?... ¿la libertad
comprada es libertad?... ¿somos libres de elegir trabajo?... ¿somos libres
frente al Estado?...
Cuando en 1995, hace mas de
veinte años, aparecieron los primeros estudios publicados y divulgados de
Daniel Goleman sobre el curioso constructo cognitivo de “Inteligencia Emocional”,
muchos que lo veníamos “intuyendo” y defendiendo respiramos mas fuerte y
pudimos citar con “rigor” datos y principios para una teoría de que no solo la lógica
formal, ni la rebuscada psicología dinámica freudiana, explicaban y causaban la
conducta compleja de nuestro devenir diario y constante…
Empezamos a poder decir que no
todo es razonamiento… que no todo es Ello y Mecanismos de Defensa del Yo o
sublimaciones para no enfadar al Super-yo… empezamos a decir… y dijimos muchas
cosas… algunas se han oído tanto que aburren… pero seguimos igual…
Noche vieja… hay que comerse
doce uvas… al son de unas campanas… hay que lucir vestimentas rojas aunque la
presentadora de turno de la TV no lleve ni un escueto bikini… hay que mandar
miles de mensajes que antes fueron postales de Belenes… hay que cantar… y
empezar el cambio de año con “tragos de cava y turrón”… ¿tradición?…
¿superstición?…
Te preguntaras, al leer esto,
que tiene de relación, la suerte, la libertad y las emociones…
no importa, cierra tu mente y pon la TV… ya no hay solución…
Escrito por: Javier
Morera
No hay comentarios:
Publicar un comentario