Esta semana nos dedicamos a una
pequeña obra de un gran autor. “El Último Abencerraje” de Chateaubriand, una
especie de cuento o narración corta, donde se puede apreciar, como para el
autor romántico, el fuego del amor puede prender en cualquier tipo de material
y momento histórico, pero para establecer las compatibilidades de la
convivencia, hay que aceptar sacrificios y perdidas…
Hoy creemos que lo importante
es el trabajo… en otras épocas se valoran mas otras cosas y siempre los
contextos de los que van a convivir deben ser parecidos o al menos alguien debe
estar dispuesto a adaptarse bastante a
las circunstancias del otro…
De lo contrario el riego de
quedarse en una pequeña anécdota es muy alto.
Veamos una cita de este texto
que os invito a leer… tranquilamente:
“¡De cuán poco depende la paz de nuestra vida! La patria no ocupa
ya sola y por entero el alma de Aben-Hamet: Granada no es a sus ojos un
desierto, una ciudad abandonada, viuda y solitaria; es más cara a su corazón
que antes, pues un nuevo prestigio embellece sus ruinas, porque al recuerdo de
sus mayores mézclase ahora otro encanto. Aben-Hamet había descubierto el
cementerio en que descansaban las cenizas de los abencerrajes; pero al orar, al
prosternarse, al derramar por su memoria filiales lágrimas, piensa que la joven
española ha pasado alguna vez sobre aquellos sepulcros, y sus antepasados,
aunque difuntos, le parecen felices.
En vano intenta ocuparse exclusivamente de su peregrinación al
país de sus padres; en vano recorre las colinas del Darro y del Genil, para
recolectar plantas al amanecer, pues la flor que ahora busca es la hermosa
cristiana. ¡Cuán inútiles esfuerzos ha hecho ya para volver a hallar el palacio
de su encantadora! ¡Cuántas veces ha intentado volver a pasar las calles que le
hiciera recorrer su divino guía! ¡Cuántas ha creído reconocer el tañido de
aquella campana y el canto de aquel gallo que oyera no lejos de la morada de la
peregrina española! Alucinado por iguales rumores, corre presuroso al paraje
donde se escucharan; mas el mágico palacio no se presenta a su vista. Y
acaecíale también que el uniforme traje de las granadinas le inspiraba una
fugaz esperanza, porque a cierta distancia todas las cristianas se parecían a
la señora de su corazón, y era el caso que miradas de cerca, ni una siquiera
atesoraba su hermosura y sus gracias. Aben-Hamet había recorrido las iglesias
para descubrir la extranjera, y hasta había penetrado en las sepulturas de
Fernando e Isabel, siendo éste el más costoso sacrificio que hasta entonces
hiciera en aras del amor.”
El jueves nos encontramos con
este francés precursor del romanticismo en su país… si tus contextos te lo
permiten… acércate a los nuestros y convivimos esta novela…
Escrito por: Javier Morera
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