miércoles, 3 de junio de 2015

CAMINA SOLO E IRAS MÁS LEJOS


“-Si pudiera inventarse algo –dije impulsivamente- para embotellar los recuerdos, como los perfumes… para que no se disipasen, para que nunca pudieran ponerse rancios. Cuando quisiéramos podríamos destapar el frasco y sería como vivir de nuevo el momento guardado.”
……..
“-Una casa vacía puede resultar tan solitaria como un hotel lleno. Y lo malo es que resulta menos impersonal.”
…….
“Esta casa nos cobijó, y entre estas paredes nos hemos querido, nos hemos hablado. Aquello fue ayer. Hoy seguimos nuestro camino, no la volveremos a ver, y por ello ya somos diferentes, hemos cambiado de modo imperceptible. Ya nunca volveremos a ser los mismos de antes. Cuando paramos a comer en un hotelito en la carretera… /… en ese momento, todo es mío, me pertenece. Reestablece cierta intimidad entre esos objetos y yo. Eso es el presente. El pasado y el futuro no existen. Estoy  allí, lavándome las manos, reflejada en el espejo roto, como suspendida en el tiempo. Ésa soy yo; este momento no pasará.”
……
“Surgió de repente un claro en el sombrío camino, un trozo de cielo, y en un instante se espaciaron los árboles, desaparecieron las matas sin nombre y el camino apareció bordeado de un muro rojo, como la sangre, que se elevaba por encima de nuestras cabezas. Estábamos entre los rododendros. Su súbita aparición fue increíble y hasta sobrecogedora. Nada hacia esperarlos mientras íbamos por el bosque. Me sorprendieron con sus corolas rojas, amontonadas las unas sobre las otras, en profusión increíble, sin mostrar ni una hoja, ni una rama, nada, sino la orgía sangrienta de aquel rojo tremendo, zumoso, fantástico, distintos de todos los rododendros que hasta entonces viera. Miré a Maxim. Estaba sonriendo.”

La semana pasada leíamos a una mujer joven de principios del siglo XIX con su obra tan maltratada por el vulgar conocimiento de esos “culturetas” que solo ven alguna película y de allí extrapolan el contenido de la verdadera idea creadora del origen…que casi siempre es un libro… La semana pasada leíamos a Mary Shelley con su simbólico y romántico Frankenstein… Esta semana, como habréis visto en estas citas, estamos leyendo a otra mujer, Daphne du Maurier, de principios del siglo XX, con su conocidísima novela “Rebeca”… nos dejaremos conducir por ese Maxim tan perfecto… y tras los rododendros en flor, descubriremos su maravillosa mansión… Manderley…
¡Qué maravilla de…jardines… misterios… novela!
Y ¡vaya lema tenía el señor de Manderley…!



Escrito por Javier Morera

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